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Columna
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El premio de reintegrar Irán

Las negociaciones que involucran a seis potencias mundiales sobre el programa nuclear de Teherán siguen siendo polémicas y parece difícil que lleguen a un acuerdo antes del lunes. Pero devolver al redil internacional a una nación educada y rica en recursos de casi 80 millones de personas es un premio que compensaría el trabajo.

El simple hecho de hablar reduce el riesgo geopolítico. Retrasa los esfuerzos que, de otro modo, Irán podría utilizar para construir una bomba nuclear. Hace que el uso de la fuerza por parte de occidente sea menos probable. Mantener abiertos los canales diplomáticos con la administración del presidente Hassan Rohaní en Irán es aún más crucial con los militantes del Estado Islámico creando el caos en la vecina Irak y la cercana Siria.

Con un PIB de cerca de 400.000 millones de dólares (unos 330.000 millones de euros) en 2013, según el Banco Mundial, Irán es económicamente más importante que, por ejemplo, Singapur o Grecia, pese a sus años de aislamiento. Sin restricciones, podría crecer a entre un 6% y un 8% anual a medio plazo, calcula IHS.

Restaurar los lazos de inversión y comercio impulsaría el crecimiento. Las exportaciones de la UE a Irán se redujeron hasta 5.500 millones de euros el año pasado de 11.300 millones de euros en 2010. Hay una enorme demanda acumulada, por ejemplo, para piezas de repuesto de fabricantes occidentales en sectores afectados por las sanciones, como el automovilístico y el de la aviación. La reapertura del sector energético a la inversión extranjera beneficiaría tanto a Irán como a las empresas de fuera del país. Su experiencia y su dinero son necesarios para desarrollar los campos de petróleo y gas de la nación.

Con un crecimiento mundial anémico, la economía iraní es lo bastante grande como para contribuir a su movimiento si las sanciones se reducen de manera significativa. Sumar incentivos políticos y llegar a un acuerdo duradero con Irán es una prioridad para 2015.

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