Antonio Garrigues: “Hay que pedir a las mujeres que tengan hijos”
"Cuando Bill Gates invierte en España lo hace porque ve potencial de crecimiento" "Hay que mirar adelante pero podemos estar siempre mirando a la Bolsa"
Que Antonio Garrigues le pida a su amiga, la actriz Nuria Espert, que escriba el prólogo de su biografía (Antonio Garrigues Walker, editorial Península) dice mucho de la polifacética personalidad de este abogado, que ha creado todo un emporio legal en España, Garrigues. Porque de aquel despacho que fundaron en los años cuarenta su padre, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, y su tío Joaquín, queda la esencia de un apellido que ha sido testigo durante más de un siglo de la gran transformación de España. En 1954 se incorporó a la firma y enseguida tuvo una prioridad: revolucionar el mundo de la abogacía y aplicar el modelo de despacho anglosajón, al estilo de los de la Gran Manzana, donde la meritocracia prima por encima del apellido. Se ha codeado con grandes fortunas planetarias, quiso ser político, ha librado más de una batalla familiar y empresarial –como el escándalo Enron y la caída de su socio Andersen o el incendio de la Torre Windsor– y hasta se las ha visto con el cáncer.
Pregunta. A pesar de que puede parecer lo contrario, ha tenido una vida con más de un contratiempo personal y profesional, además de vivir en un ambiente de permanente exigencia.
Respuesta. Como todo el mundo. No sirve de nada quejarse. Es irresponsable no tener un nivel de exigencia, ya que sin él no avanzamos, porque el que hace un esfuerzo es el que logra un objetivo. Hay que buscar permanentemente objetivos y exigir su cumplimiento.
P. ¿Alguna vez soñó que el despacho que fundaron su padre y su tío en 1941 se convertiría en una referencia mundial?
R. Sí, lo soñé. Porque mi idea era reproducir el éxito de los bufetes anglosajones. Me interesaba mucho lo que hacían y daba mucho la tabarra con ese tema. Mi madre era americana y mi padre hablaba inglés, y cada vez teníamos más clientes de fuera que nos orientaban.
P. ¿Qué les decían esos clientes extranjeros?
R. Nos decían que teníamos que tener, por ejemplo, un departamento fiscal y laboral. A mí los despachos anglosajones me parecían unos monstruos y quería que el nuestro siguiera ese modelo. Mi tío Joaquín, que era un personaje, un maestro del Derecho mercantil, cuando veía que crecíamos me decía que iba a convertir el despacho en una fábrica.
P. ¿Ha creado una fábrica?
R. Creo que la fórmula es la correcta. Hay grandes despachos gestionados con eficacia y hay medianos que funcionan muy bien porque se han especializado. Los despachos pequeños han de tener buenos clientes, suponen una ventaja porque, hasta cierto punto, pueden dirigir su propia carrera.
P. ¿Es una opción para el licenciado que comienza?
R. Para un joven abogado el problema es la especialización. No se puede abrir un despacho y decir que puedes hacer de todo. Nadie puede ser especialista en todo. Hay que elegir la especialización, hasta en arquitectura. Empieza a ser obligatoria, aunque creo que la abogacía está lejos de los actuales avances tecnológicos y científicos. Los cambios que se están viviendo son de una gran cantidad e intensidad.
P. ¿Por qué es tan firme defensor del modelo de despacho anglosajón?
R. Es el más correcto, es la fórmula más adecuada, el más justo a través del partnership. Todos los profesionales tienen una carrera ascendente hasta que se abandona el despacho, entre los 56 y los 60 años. En mi caso me han hecho el favor de mantenerme.
P. ¿Qué aporta usted en estos momentos?
R. Muy poco. Represento la conexión, pero aquí hay socios muy importantes. Los despachos tienen vida propia más allá del fundador. Rodrigo Uría [fallecido en 2007] era una persona muy importante, y el despacho Uría sigue siendo un magnífico despacho; lo mismo sucede con Gómez-Acebo & Pombo. La institución tiene que estar por encima de las personas. Cuando me vaya, creo que algo mejorará...
P. Y usted que iba para futbolista...
R. Y eso que iba para futbolista... Pero hay circunstancias que cambian el destino de una persona. Si mi padre me hubiera dejado ser futbolista igual no estaría aquí ahora...
P. También es un político frustrado.
R. También fracasé en el intento de crear en España un partido liberal, lo que demuestra que mi capacidad para la acción es muy pequeña.
P. ¿De qué carecen los políticos en estos momentos?
R. De credibilidad, y es un fenómeno del que tienen la culpa ellos mismos. Los partidos políticos tienen unas estructuras internas que no son democráticas, además de una opacidad financiera. Se les debería exigir una mayor transparencia porque el ciudadano quiere y tiene derecho a saberlo todo. Nadie sabe lo que hay que hacer, ni Merkel, ni Obama, ni Rajoy, por eso el diálogo es más necesario que nunca.
P. Usted fue un gran defensor de la marca España cuando el intento de golpe de Estado del 23-F, animó a los inversores. ¿Hoy podría hacerlo?
R. España tiene en estos momentos dos dramas tremendos. Uno es el paro, con el 60%de los jóvenes sin trabajo, y otro es el elevado endeudamiento, que supera el billón de euros. Apesar de ello, España, así lo ha dicho Christine Lagarde [directora gerente del Fondo Monetario Internacional], es el único país que va a tirar en Europa. Cuando Warren Buffett o Bill Gates invierten en España no lo hacen por amor, lo hacen porque tiene potencial de crecimiento. Somos el único país que ha aplicado las medidas de forma correcta. Me admira la resiliencia de este pueblo, que ha vivido una crisis brutal. Somos gente en la que se puede confiar.
P. Todo lo ve en clave positiva.
R. Hay que serlo, hay que mirar hacia delante. Estamos en un mundo de reacciones inmediatas, pero no podemos estar mirando siempre a la Bolsa.
P. El inglés, dice, era importante en los años setenta y sigue siendo nuestra asignatura pendiente.
R. Es un gran drama del que no somos conscientes. Uno de nuestros déficits, que no analizamos bien, es el idiomático. Hablamos menos idiomas que el resto de los europeos, y es lo que nos va a permitir la internacionalización de todo, no solo de la economía. Un joven tiene que hablar inglés, pero también chino y árabe. Las universidades deberían tener centros de idiomas. Además, estamos en un proceso de suicidio demográfico.
P. ¿Le preocupa el envejecimiento del país?
R.Tenemos una de las tasas de natalidad más bajas, y un país envejecido es egoísta e insolidario. Hay que pedir a las mujeres que tengan hijos, y para ello es necesario que tengan ayudas. Necesitamos hacer frente a este suicidio demográfico o seremos el país más envejecido del mundo.
P. A usted parece no importarle la edad.
R. Acepto todos los elogios, pero sé lo que es tener 80 años, sé lo que es no poder correr. No hay que olvidar que todos los inventos tecnológicos los hacen los jóvenes. Un país envejecido no está equipado para el futuro. Además, tenemos otro déficit tremendo.
P. ¿Cuál es esa otra carencia que observa?
R.Tener mentalidad global. Aconsejo tener cerca un globo terráqueo [él lo tiene sobre la mesa] y mirarlo, y pensar que España no es el único destino. Poca gente tiene una mente global. Nuestro Rey la tiene y además habla idiomas. En España no se ve el mundo redondo.
P. Dice que le hubiera gustado ser más generoso con sus equipos.
R. He podido hacer más cosas por la gente, sin duda, pero también estoy en una fase en la que desmitificar méritos es muy sano.