El Eurogrupo aprieta a Francia pero admite que hace falta más inversión
Bruselas exigirá acometer las reformas estructurales pendientes El Eurogrupo deja claro que las normas están para todos
La zona euro continúa con el giro a la política presupuestaria iniciado este verano, a raíz de que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, alertase sobre el riesgo de una excesiva y generalizada austeridad. La amplitud del giro, sin embargo, dependerá de cómo se resuelva el conflicto con Francia, país que de manera unilateral ha decidido ignorar el objetivo de déficit que había pactado con Bruselas para 2015.
El Eurogrupo (consejo de ministros de Economía de la zona euro) mantuvo hoy la presión sobre París, a la espera del borrador de Presupuestos para el año que viene (debe presentarse mañana). Pero en su primera reunión oficial tras el discurso de Draghi en Jackson Hole, el Eurogrupo también reconoció esta tarde que hace falta un cambio de estrategia para evitar una nueva recesión, que sería la tercera en la zona euro en solo seis años.
“La mayoría de los ministros han reconocido que la situación no es satisfactoria y que hace falta una intervención política decidida”, se rindió al término de la reunión el ministro holandés y presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Antes de la reunión, Dijsselbloem, representante del ala más ortodoxa del Eurogrupo, había minimizado los riesgos de recesión como si se tratara de otra excusa para incumplir el Pacto de Estabilidad.
Pero la inquietud de la mayoría de los ministros, incluido el español, acabó imponiéndose. “La zona euro está prácticamente en punto muerto y debemos utilizar todas las palancas disponibles para salir de esa situación”, reclamó el ministro de Economía, Luis de Guindos, poco antes de participar en la reunión mensual del Eurogrupo ayer en Luxemburgo. Guindos defendió la necesidad de “una política fiscal que favorezca el crecimiento”, aunque advirtió a Francia de que ”no existen atajos” para cumplir los objetivos de déficit.
Pacto de Crecimiento
La mayoría de los ministros comparten el diagnóstico y las recetas de su colega español, conscientes de que la coyuntura económica de la zona euro ha entrado en una fase delicada que requiere una interpretación de las normas presupuestarias mucho más refinada y sofisticada que la aplicada desde el comienzo de la crisis.
El reto no es fácil porque Francia ha optado por saltarse unilateralmente los objetivos de déficit, lo que llevaría a interpretar cualquier relajación del Pacto de Estabilidad como una claudicación ante uno de los países “grandes”. Para evitarlo, los ministros cerraron ayer filas y aseguraron que las normas son iguales para todos. “No puede haber ningún acuerdo al margen de las normas”, advirtió Jeroen Dijsselbloem.
Pero el presidente del Eurogrupo admitió la posibilidad de alcanzar un “pacto de crecimiento” que permita relajar los objetivos de déficit en los países que acometan reformas estructurales. En el caso de Francia, la más urgente parece ser, según Bruselas, la de pensiones. El compromiso podría negociarse en la cumbre que la zona euro celebrará el día 24 en Bruselas, aunque para llegar a un acuerdo será imprescindible un pacto entre París y Berlín.
Bruselas pide al BEI que haga un esfuerzo mayor
A falta de otros recursos, el plan de inversión que la Comisión Europea quiere poner en marcha en 2015 y 2016 ha dirigido su atención hacia el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Como primera opción, se baraja reclamar al BEI que realice un mayor esfuerzo y que, en combinación con las instituciones públicas nacionales (como el ICO español), facilite la financiación a proyectos de infraestructuras todavía no iniciados. La Comisión y el BEI mantuvieron hoy en Luxemburgo la primera reunión de trabajo para identificar el listado de proyectos susceptible de beneficiarse de préstamos públicos. Las conclusiones de ese grupo de trabajo se conocerán a finales de este año.
Como segunda opción se maneja la ampliación de capital del BEI, para aumentar su capacidad de financiación. El brazo financiero de la UE llegó a prestar 79.000 millones de euros al año antes de la crisis, pero desde entonces ha caído su actividad y cerró 2013 con una cartera de préstamos de poco más de 71.000 millones.
Varios países, incluida Alemania, consideran factible esa ampliación de capital. Pero Bruselas prefiere esperar y explotar al máximo la capacidad actual, que según los críticos del BEI está lejos de aprovecharse.
“El capital del BEI se amplió hace poco [en 2013] y hay que ver los resultados, porque no queremos desplazar (crowding out) al capital privado”, señaló en Luxemburgo el comisario europeo de Economía, Jirky Katainen.
Bruselas considera que el BEI plantea su estrategia de inversión con un exceso de celo, lo que ha mermado su contribución al crecimiento. La CE desea que el capital de ese banco público sirva de catalizador para atraer más capital privado.
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