Danone, ejemplo de sucesión
Los jefes corporativos de Francia no son precisamente conocidos por abandonar su cargo pronto o planear con mucha antelación la sucesión. Franck Riboud está haciendo ambas cosas. El presidente y consejero delegado de Danone dará un paso atrás el uno de octubre permitiendo a Emmanuel Faber, actual director de operaciones del grupo alimentario francés, asumir la dirección ejecutiva.
Dice mucho que Riboud, a los 58, sea el consejero delegado de mayor antigüedad en el índice CAC 40 de Francia. Las reglas de antigüedad, y el hecho de que los consejeros delegados sean nombrados tarde en sus carreras, tienden a hacer que se aferren demasiado a sus puestos de trabajo.
Riboud era una opción poco probable cuando se hizo cargo de la empresa que su padre construyó –pero no controlaba– en 1996. Sin embargo, ganó crédito rápido y se libró del nepotismo de sus primeros pasos reestructurando la empresa en torno a sus actividades actuales. Productos lácteos, aguas minerales, nutrición médica y de los primeros años de vida.
Tras hacerlo, Riboud fue fundamental para defenderse del reto de Pepsi en 2005. El grupo alimentario estadounidense se preparaba para una adquisición hostil que Riboud ahuyentó de que se hiciera público.
Con el ascenso de Faber, Danone también podrá mejorar su negocio diario, tras decepcionar a los mercados en cierta manera en el último año. Riboud mantendrá algunas responsabilidades ejecutivas. Encabezará un nuevo comité de estrategia y tendrá voz y voto en las citas clave. En su nuevo cargo, tendrá tiempo para pensar en maneras de administrar bien Danone para evitar que su destino sea convertirse en un actor pasivo en cualquier reestructuración del sector que pudiera implicar a jugadores mucho mayores como Nestlé o Unilever. Aunque las actividades del grupo francés pueden parecer estratégicas en Francia, Riboud probablemente sabe que no será capaz de repetir las tácticas que funcionaron contra Pepsi.