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Columna
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Escocia despierta a los mercados

Poco más de dos semanas antes de que los escoceses voten sobre la independencia, las nuevas encuestas sugieren que quienes apoyan la secesión han hecho grandes progresos.

La campaña a favor de la independencia ha tenido un buen par de semanas. Alex Salmond, el primer ministro independentista de Escocia, ha salido ganador del debate que mantuvo con su rival el 25 de agosto. Los comentarios del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney el 13 de agosto, en los que dejó claro que la institución estaba trabajando en planes de contingencia, han sido interpretados por algunos en el sentido de que hay poco que temer en la transición a la independencia. Aun así, fue la nueva encuesta lo que causó que la volatilidad implícita entre la libra esterlina y el dólar registrara recientemente su mayor alza de un día en los últimos tres años.

La mejor forma de acabar con la volatilidad es inyectar certeza. Un voto a favor haría lo contrario. Es poco probable que haya una rápida respuesta a la pregunta más básica que plantea una Escocia separada –qué moneda utilizará–.

No habrá una respuesta rápida a la cuestión sobre la moneda que utilizaría una Escocia separada

El mejor escenario de ruptura en términos de estabilidad financiera sería que Carney se comprometiera a respaldar a los bancos escoceses hasta marzo de 2016 –fecha marcada para la independencia formal– y tal vez más adelante. Ambas partes dividirían luego de forma sobria y racional los activos de Reino Unido –o, mejor dicho, su deuda–.

Puede que esto no funcione así. Una gran parte de los depósitos bancarios escoceses está en manos de ciudadanos no escocesas. Si ellos o los votantes descontentos con el No empiezan a temer por la viabilidad de una Escocia separada y ponen su dinero en bancos no escoceses, se fortalecerá la posición de los nacionalistas ingleses que se preguntan por qué los escoceses deberían recibir ningún tipo de buen trato. El riesgo es que la unión monetaria naciente se resquebraje.

Esto podría evitarse si los escoceses votaran en contra de la independencia. Pero cualquier cosa que no sea un rechazo contundente, podría significar un nuevo referéndum en pocos años. Las incertidumbres no hayan hecho más que empezar.

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