La unión bancaria va por buen camino
El colapso de Banco Espirito Santo (BES) no es un presagio de desastre para la naciente unión bancaria en Europa. Por el contrario, la principal lección del fracaso y rescate del banco portugués es que la regulación bancaria europea es cada vez más fuerte.
Por supuesto, la situación es lamentable. Es preocupante que la troika –que incluye al Banco Central Europeo, que pronto regulará todos los grandes prestamistas de la zona euro– pasara por alto los problemas de BES dado que ha supervisado la economía de Portugal desde su rescate nacional en 2011.
Sin embargo, el plan para BES es mucho mejor que el desordenado rescate bancario chipriota del año pasado, cuando los depositantes no asegurados sufrieron pérdidas. También es mejor que la mayoría de los rescates realizados durante la crisis financiera de hace cinco años, en que los gobiernos limitaron las pérdidas incluso de los accionistas.
El rescate de BES es mejor que la mayoría de los realizados durante la crisis financiera de hace cinco años
Hasta donde llega la regulación, los fracasos pertenecen a un antiguo régimen. Una vez que el Banco Central Europeo inicie la regulación de los grandes bancos de la zona euro en noviembre, es de esperar que haga un mejor trabajo. Y no se le permitirá ser amable con los acreedores senior.
Hay otra razón por la que BES no debía sentar un mal precedente. Es poco probable que muchos bancos europeos estén controlados por familias que también dirijan redes de entidades opacas y apalancadas, por no hablar de aquellas que logran obtener créditos de la entidad familiar, sin revelar los préstamos a cualquiera de los reguladores o a la junta directiva del banco, como alegó la semana pasada.
Los inversores parecen entender que el colapso de BES no es el comienzo de un ciclo fatal de problemas financieros y tensión sobre las finanzas públicas, como sucedió en el punto álgido de la crisis crediticia en 2012.
Aunque la estructura de BES es extraordinaria, los bancos de la zona euro más convencionales todavía pueden fallar. Pero si lo hacen, el prestamista portugués proporciona una plantilla sobre cómo proceder –una que puede ser, y será, aún más afinada–.