El modelo Cambridge de innovación amigable
La universidad británica tiene acuerdos de diferente tipo con multinacionales como Nokia, Hitachi y Shell para promover el desarrollo de nuevas tecnologías dentro de su campus. Además ofrece préstamos semilla a emprendedores
La caída de los fondos públicos para investigación está obligando a los científicos españoles a tocar las puertas de las empresas privadas. Pero los inversores no siempre están dispuestos a financiar proyectos de larga maduración y resultado comercial por lo general incierto, lo que dificulta el establecimiento de acuerdos de cooperación.
Así que la pregunta es cómo hacer de la investigación pública un objeto atractivo para el mecenazgo y el patrocinio en España, donde hay poca tradición de colaboración entre ambas partes.
Esta cuestión fue el tema central de un encuentro organizado a finales de julio en Santander por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y la Fundación General del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
“La colaboración público-privada es novedosa en España, pero ya ha sido ensayada con éxito en otros países”, dijo en el encuentro Miguel García Guerrero, director de la Fundación General CSIC. “En Estados Unidos, por ejemplo, la mitad o algo más de los fondos para investigación pública provienen de mecenas”, destacó.
Sin embargo, de acuerdo con datos de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), son los países nórdicos, Holanda, Japón y Corea del Sur los que lideran la colaboración público-privada en ciencia y tecnología.
Esta fórmula de financiación empieza a cobrar importancia, incluso, en economías emergentes, como China, donde “un tercio de la I+D es financiada por el sector privado”, afirmó Fernando Galindo Rueda, jefe de la unidad de estadística de ciencia, tecnología e innovación de la OECD.
El modelo Cambridge
Para demostrar que la cooperación es posible, en el encuentro se presentaron experiencias de colaboración entre empresas y centros públicos de investigación en España y el extranjero. Entre estos últimos, destacó el caso de la Universidad de Cambridge.
La universidad británica destina todos los años entre 22 y 25 millones de libras (entre 28 y 31 millones de euros) a investigación, pero lo realmente interesante es que mantiene acuerdos de colaboración con multinacionales como Nokia, Toshiba, Merck, Unilever, Shell y 3M bajo modelos de corto, medio y largo plazo.
El abanico de posibilidades abarca desde foros de un día en los que las empresas pueden debatir un tema ante estudiantes de doctorado y académicos en busca de ideas frescas, hasta contratos a recién graduados para que trabajen en proyectos de importancia estratégica para las compañías durante un período de 6 a 10 meses.
“Hemos aprendido que las prioridades de la industria y la universidad son diferentes, pero en lugar de intentar cambiar esto, lo hemos aceptado”, comentó Agnieszka Iwasiewicz, facilitadora de transferencia de conocimientos del Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge.
En ese sentido, precisa que la universidad promueve la flexibilidad en las relaciones, aunque procurando siempre que el motor sea la calidad y el interés mutuo.
En Cambridge, la geografía es importante
Para Cambridge, “la geografía es importante”, subrayó Iwasiewicz. En ese sentido, la universidad anima a las empresas a ubicar sus laboratorios dentro del mismo campus de la universidad para que la cercanía facilite los contactos y el intercambio de ideas entre investigadores de diferentes centros y especialidades.
Hitachi, por ejemplo, tiene un laboratorio de optoelectrónica y electrónica en Cambridge desde 1989. Los científicos de este centro pueden, si lo desean, visitar a sus colegas del MIT Media Lab de Nokia, el laboratorio de nanotecnología para móviles y dispositivos electrónicos que la compañía finlandesa tiene dentro del mismo campus, y viceversa.
Gracias a este tipo de sinergias, en 1989, por ejemplo, los hallazgos de tres científicos de Cambridge en el campo de los diodos emisores de polímeros derivaron en la creación de una spin-off, Cambridge Display Technology (CDT), que el año pasado fue adquirida por Sumitomo Chemical Group. CDT tiene 560 patentes en todo el mundo y su tecnología ha sido utilizada por Panasonic para lanzar los televisores led.
La universidad procura también que los resultados de las investigaciones generen beneficios para la sociedad, una política que denomina innovación amigable. “Reclutamos gente brillante y le damos libertad de acción. La propiedad intelectual pertenece a los investigadores, aunque eso depende también del acuerdo que se haya firmado con la universidad”, aclaró Iwasiewicz.
En cuanto a la financiación, indicó que la universidad cuenta con sus propios fondos para investigación, pero cuando un proyecto alcanza una fase de desarrollo avanzada puede acceder a fondos de los consejos de investigación de Reino Unido que ayudan a acelerar su salida al mercado.
Además, la universidad ha creado Cambridge Enterprise Group, que presta servicios de consultoría y transferencia de tecnología a pymes, así como préstamos semilla para proyectos de emprendedores.