Así sería la guerra comercial con Rusia
La UE y EE UU parecen dispuestos a blindar las elecciones presidenciales del 25 de mayo en Ucrania, aunque sea a costa de un serio enfrentamiento con Moscú. Solo 48 horas después de que cierren las urnas, los 28 Gobiernos de la UE celebrarán una cumbre informal en Bruselas en la que verificarán si Rusia ha interferido o no en los comicios ucranianos. Si las elecciones descarrilan por culpa del Kremlin, la UE ya tiene preparado un plan de represalias comerciales al que ha tenido acceso CincoDías.
El primer borrador del plan fue distribuido a los socios europeos el pasado 16 de abril, para que evaluasen el impacto que tendría sobre sus propias economías. Y tras los comentarios remitidos por las capitales, Bruselas ha refinado el plan en función de los puntos más vulnerables de cada país.
El plan actual, que todavía podría modificarse si los gobiernos europeos plantean nuevas sugerencias, incluye una escalada de represalias en tres pasos.
La primera opción, definida como “sanciones de baja intensidad”, contempla siete medidas, incluida la restricción a la importación de productos de lujo de Rusia (como diamantes, metales preciosos o pieles) y de productos alimentarios; restricción a la importación y exportación de armas o la ampliación de la lista de altos cargos rusos a los que se prohibiría la entrada en la UE y se les congelarían sus activos.
Las sanciones de “media intensidad” que figuran en el segundo escalón restringirían aún más la importación de productos rusos; se limitaría la actividad relacionada con los servicios financieros y la libre circulación de capitales; y se podría prohibir la importación de carbón ruso, salvo para la generación de electricidad.
Por último, en lo que parece un escenario de guerra comercial total figuran las llamadas sanciones de “alta intensidad”. Como última represalia figura incluso la prohibición de importar gas y petróleo de Rusia, a pesar de que ese país cubre casi un tercio de las necesidades energéticas de la UE. Antes de llegar a ese enfrentamiento, la opción número tres prevé una prohibición a las empresas europeas de invertir en Rusia o la aplicación a rajatabla de las normativa europea la presencia rusa en compañías europeas, lo que parece apuntar a su expulsión del mercado.