Barclays pasa a la acción
El consejero delegado de Barclays, Antony Jenkins recibió unas merecidas críticas a principios de este año por dar al personal de su maltrecha banca de inversión unas mayores bonificaciones, en lugar de indemnizaciones por despido. La nueva estrategia radical puesta en marcha por el banco debería ayudar a recuperar su credibilidad.
Hace mucho que los inversores de Barclays saben cuál es el problema de la firma, que radica en su banca de inversión. La solución de su rival suizo UBS, cuando se enfrentó a problemas similares en 2012, fue recortar su unidad a la mitad y despedir a una sexta parte del personal. Después de un par de falsos intentos el año pasado, Jenkins está tomando medidas.
El banco desviará el 41% de los activos ponderados por riesgo de su banca de inversión –90.000 millones de libras– hacia una unidad que no forme parte del núcleo del negocio. También recortará el 27% de una plantilla de 26.200 trabajadores, y el 14% de los empleados del conjunto del grupo para 2016. Parece difícil que la medida haga desaparecer las pérdidas por arte de magia.
Pero las conjeturas de Barclays parecen prudentes. Si el grupo puede alcanzar su objetivo de costes de 16.300 millones de libras para 2016 y logra una relación entre costes e ingresos inferior a un 60%, no dependerá de que el crecimiento de los ingresos se mantenga en su nivel actual –elemento excesivamente optimista del plan estratégico del año pasado–. Además, se prevé que el capital sea mucho más fuerte para esa fecha.
Un banco global con un brazo de inversión atado en corto, un capital fuerte y unos beneficios cercanos al coste de capital debería cotizar muy por encima de las 0,7 veces su actual valor contable en que está Barclays. UBS se encuentra ahora un 50% por encima de su nivel de 2012. La subida del 5% en las acciones de Barclays en respuesta al nuevo enfoque podría anunciar una recalificación.