Cuba busca inversión extranjera para “modernizar” su economía
Cuba lo ha decidido: volcará (o "actualizará", en la jerga habanera) su modelo comunista. El proceso, en gran medida económico, empezó con la decisión del gobierno de Raúl Castro de permitir el trabajo independiente y descongestionar la plantilla pública, y el próximo sábado acelerará su marcha con la aprobación de un proyecto de ley que busca inversión fuera de la isla.
El parlamento cubano ha confirmado que en una sesión especial discutirá la propuesta, que reformaría una ley de 1995. El documento gira en torno a una nueva política de protección y estímulos fiscales al inversor extranjero, que contempla la exención del impuesto sobre la renta personal a los socios de empresas mixtas, y rebajas de hasta 50% en otros tributos “varios”.
Con un halo de “modernidad” fiscal, el gobierno de Castro ha recomendado también que por ocho años se les exonere del pago de impuestos por utilidades a las compañías público-privadas o las que dependan de un convenio internacional, y tras ese lapso sitúe el gravamen en 15% (15 puntos porcentuales menos que ahora) o, en el caso de los que se dediquen a la extracción de recursos naturales, hasta en 50%.
En La Habana la noticia ha despertado aplausos tras un 2013 de desaceleración económica y un principio de año con Venezuela, uno de sus principales socios comerciales, en serios aprietos económicos y políticos. La sola idea de que la crisis económica que sucedió a la caída de la Unión Soviética se repita ha puesto los motores a andar. "Lo que decidan los diputados este sábado marcará parte de la economía futura", advirtió el diario Juventud Rebelde.
Lo que Cuba pretende hacer
El mismo rotativo, citando el proyecto de ley, desvela que el gobierno cubano quiere inyectarle dinero a su plan de “diversificar y ampliar” sus mercados de exportación (en los que vende azúcar, minerales, tabaco y productos de pesca) y reducir de la dependencia de alimentos importados (según el gobierno, el 12% de lo que entra al país).
La nueva ley también pretende que el país modifique su matriz energética “mediante el aprovechamiento de energía renovable” y acceda a “tecnología de avanzada”. Para ello esta semana el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba ha hecho lobby en Madrid: la agencia EFE reportó que el director de esa dependencia cubana, Ernesto López Mola, se reunió en España con la farmacéutica Praxis Pharmaceutical para asociarse en la puesta en marcha de un parque biotecnológico en la zona franca del Mariel, al oeste de La Habana.
Además, la administración de Raúl Castro ha diseñado la reforma para “captar métodos gerenciales que se vinculen con el desarrollo de encadenamientos productivos”, en coherencia con su plan de revivir la política de incentivo laboral según la producción. La educación, la salud y los servicios militares quedarán fuera.
Brasil toma la delantera
Las cifras más actualizadas sobre la inversión extranjera en Cuba datan del año 2000. Para entonces había 392 compañías extranjeras (la mayoría de capital español, francés, canadiense e inglés) establecidas en la isla, que se dedicaban a la minería, al turismo, a la alimentación y a la construcción.
Pero con la nueva apertura las cosas prometen no ser igual. Al menos por Brasil, que ha tomado la delantera con el gobierno habanero, cuya relación comercial ha crecido 9% en cinco años, según la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones en Cuba. Una treintena de empresas cariocas han anunciado que explorarán la zona franca de Mariel, construida hace poco por Odebretch con un préstamo de 682 millones de euros del estatal brasileño Banco de Desarrollo Económico y Social.
La propia presidenta Dilma Rouseff ha asegurado que quiere que su país sea el principal socio de Cuba, cuyo gobierno apuesta por una pronta primavera comercial.