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¿Desiguales, pobres o las dos cosas? (I)

Quizá algunos de ustedes lo hayan visto, quizá no. El siguiente gráfico explica bastante bien 20 años de globalización, y también casi todo lo que les quiero contar hoy. Es del economista del Banco Mundial Branko Milanovic; los datos son de 2008, y recoge el aumento de renta en los últimos 20 años (eje vertical) distribuido por percentiles de renta (eje horizontal, de menor a mayor renta per cápita).

En otras palabras, quién ha salido ganando estos últimos 20 años. Hay dos grupos cuya renta crece a mayor ritmo: los más ricos y un grupo emergente que Milanovic denomina “clase media global” [yo prefiero clase media emergente], personas con una renta cercana a la mediana global, entre 1.000 y 1.500 dólares. Y hay dos perdedores: los más pobres y la clase media-baja de Occidente.

Empezando por los más ricos, la renta del 1% más acaudalado (renta media, ajustada por el poder adquisitivo, 64.000 dólares de 2005) crece el 65% en 20 años. El 5% más rico (renta media por cabeza de 26.844 dólares, algo por encima de las cifras medias de España) crece bastante menos; un 26,9%, cifra que cae al 16,4% y al 4,6% para las rentas en la zona de los 7.500-15.000 dólares. Estos umbrales representan, sobre todo, clases bajas y medias-bajas del mundo desarrollado, así como ciudadanos algunas áreas de Europa del Este. En estos tramos de población han sido 20 años perdidos. El 80% de los ciudadanos entre los percentiles 80 y 90, donde la renta se estanca, son de economías desarrolladas.

La nueva clase media emergente es (como cabe esperar), clase muy baja en los términos occidentales: las rentas crecen a ritmos por encima del 70% en los tramos de renta cercanos a los 1.000 dólares al año, ajustados por poder de compra. El 90% de los ciudadanos de esta nueva clase media emergente son asiáticos, especialmente chinos (la renta se ha triplicado en 20 años). La gente que gana entre dos y 16 dólares al día ha pasado de ser el 23% de la Humanidad al 40%.

Luego están los abandonados de la globalización. Para el 10% más pobre de la Humanidad, la renta se ha estancado (un 20% de crecimiento en 20 años es menos de un 0,9% de crecimiento anual). Estos desheredados están en África, en su mayor parte. Aunque las rentas también se estancan en Algunas zonas de América Latina y en Oriente Medio. 

¿Es el mundo más desigual, o menos?

En términos de desigualdad, según el estudio de Milanovic el índice global de Gini ha bajado dos puntos hasta 70,5, un nivel más elevado que cualquier país del mundo (el de Sudáfrica es de 63 puntos). No obstante, el propio autor señala que la ocultación de las rentas altas y el elevado margen de error hacen que, probablemente, sea más cauto concluir que la desigualdad no ha variado de forma significativa. 

En otras palabras, el mundo es muy desigual, más que cualquiera de los países, pero dicha desigualdad se mantiene estable: los ricos son más ricos pero muchos pobres son menos pobres. Lo que crece es la desigualdad dentro de cada región, especialmente en China, y menos en las economías maduras, India o América Latina, que ya partía en 1988 de ser la región más desigual del mundo.

Esto es porque la ganancia de renta está extremadamente concentrada en los más ricos: no es lo mismo aumentar tu renta un 10% si eres millonario que si eres un campesino de la India. Aquí el gráfico sobre la distribución de los aumentos de renta con cifras absolutas.

La Organización Mundial del Trabajo tiene sus propias cifras sobre esta clase media emergente, y sugieren algo parecido al estudio de Milanovic: entre 1991 y 2011 han aumentado en 400 millones los trabajadores que viven con entre 4 y 13 dólares al día (clase media en el mundo en desarrollo), y en otros 186 millones que lo hacen con más de 13 dólares. El número de trabajadores en la extrema pobreza, que viven con 1,25 dólares, ha caído en 281 millones.

Ahora, quizá el término clase media pueda dar lugar a confusión. Un estudio, citado por la OIT; da algunas pistas sobre las condiciones de vida de la parte más rica de esta clase emergente: los hogares del mundo en desarrollo con renta de seis a 10 dólares [los datos de los distintos estudios no son homgéneos, este informe se aplicaría al rango más alto de esta media emergente] son familias son menos numerosas, los ciudadanos trabajan por cuenta ajena, tienen mejor acceso a agua y electricidad, muchos de ellos tienen televisión y algunos pueden ahorrar o gastar en ocio pequeñísimas partes de su renta. 

También, seguramente, vivan en una ciudad, masificada, insegura, sucia y con enormes niveles de pobreza y corrupción, pero seguramente puedan proporcionar una educación a sus hijos mejor de la que ellos tuvieron. Que no es poco. 

Hay muchos millones de personas que no llegan a esos estándares, pero aún así han visto crecer su renta a tasas elevadas. Podríamos asumir, pues, que los "ganadores" de la globalización son tanto Isak Andic como los bengalíes que dejaron el bancal de arroz para tejer sus prendas (y exponerse a un derrumbre del decrépito taller donde trabajan). En este caso la correlación está clara: los bajísimos salarios de Bangladesh hacen ricos a los millonarios occidentales, pero aun así permiten a parte de la población local cambiar miseria por pobreza. 

Pero esto es solo una parte; generalizar esta correlación es tramposo. En el segundo capítulo de Las Consecuencias Económicas de la Paz, Keynes liga la profunda desigualdad del siglo XIX con la acumulación de capital y el progreso (añadiendo también que era imposible prolongar está situación después de 1918). Pero no creo que éste sea el caso. Si algo ha cambiado para los ex campesinos de Asia no ha sido la acumulación de capital por los ultrarricos occidentales instigada por las políticas económicas aplicadas en las últimas décadas. Más bien ha sido la caída de las barreras comerciales.

Y no nos olvidemos de que en este proceso hay perdedores claros: La mitad de la población subsahariana vive en la extrema pobreza, con menos de 1,25 dólares al día, y ni ha mejorado ni tiene perspectivas de ello. En total, 1.200 millones de seres humanos viven con menos de 1,25 dólares al día, la mitad de ellos con menos de 18 años. Esta gente no son ni beneficiados ni perjudicados de la globalización; las fuerzas del mercado les han dejado fuera de dicha globalización.

Para los otros "perdedores", la clase media-baja, o clase trabajadora, de Europa y Estados Unidos, la situación es distinta. Por un lado la apertura de fronteras ha castigado a los trabajdores de cuello azul por la deslocalización industrial. Y, en paralelo, han visto crecer la desigualdad en un mercado laboral donde el ganador se lleva cada vez más parte del pastel, tendencia iniciada en los 80 y agudizada con la crisis financiera. Es la otra gran historia de la globalización, y sus implicaciones son tan profundas como el nacimiento de una nueva clase media. Espero poder escribir de esta historia pronto. 

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