China se aferra al ladrillo
La segunda economía del mundo y el mayor exportador cerró el pasado ejercicio con un crecimiento del 7,7%. Unos datos que, en comparación con las cifras de PIB de otros países emergentes como EE UU, Alemania o Francia, muestran el liderazgo indiscutible de China en el concierto económico mundial. Sin embargo, el avance del PIB es el más bajo desde 1999, según los datos facilitados por la Agencia Nacional de Estadística, y las previsiones que manejan los distintos organismos oficiales revelan que esa será la tendencia en los próximos ejercicios. Las estimaciones del Banco Mundial auguran que el crecimiento económico chino no superará en ningún caso el 7,7% hasta 2016.
Entre las razones de esa ralentización se encuentra, sin duda, el enfriamiento económico mundial, que ha afectado a la evolución de una economía que aglutina el 11% de las exportaciones mundiales, según los últimos datos de la Organización Mundial del Comercio, y en el que el sector exterior tiene un peso de dos terceras partes del PIB.
Con la zona euro en caída libre, el comercio chino se ha reorientado hacia los países satélites (Corea, Japón, Indonesia o India) y hacia EEUU, gracias a la devaluación del yuan, que ha hecho más competitivas sus exportaciones. Eso, sin embargo, no ha sido suficiente para impulsar un crecimiento económico que en gran medida ha estado sostenido por el boom inmobiliario.
Frente a la desaceleración del PIB, la construcción ha seguido creciendo a tasas de dos dígitos, pese a los planes del Gobierno chino para enfriarlo. En 2013, las ventas de casas, que ya suponen el 15% del PIB, crecieron a tasas del 19,8% anual. Un año antes, lo hizo un 16,2%. Si el cálculo lo hacemos midiendo la superficie o el valor de los inmuebles, los incrementos rozan el 30%. “La inversión inmobiliaria ha sido uno de los ejes que han propiciado la estabilización de la economía desde el tercer trimestre de 2013”, precisó Shen Jianguang, economista jefe de Mizuho Securities en Hong Kong. Los analistas consideran que el buen ritmo de ventas ha impedido a los constructores frenar el ritmo de construcción, a lo que también ha contribuido los planes del Ejecutivo para mejorar el acceso a la vivienda. Los últimos datos, correspondientes a septiembre, muestran como los precios de las casas nuevas siguen creciendo en China, aunque el crecimiento registrado no ha superado el registro de anteriores meses, lo que ha sido interpretado como que las medidas gubernamentales para enfriar el sector están empezando a tener efecto especialmente en las grandes ciudades.
Ahora, el gran reto es propiciar que la demanda interna tome el relevo e la externa, algo que a tenor de los datos no se ha producido. En la descomposición del dato del 7,7% con el que cerró el PIB en 2013, 4,2 puntos se pueden imputar a la inversión (en gran medida inmobiliaria), 3,8 puntos explicado por el consumo y una aportación negativa de tres décimas del sector exterior.
Pese a lo que pueden representar las cifras, la aportación del consumo privado ha sido la más baja en tres años y gran parte de los males de China se siguen achacando a un exceso de capacidad instalada a corto plazo.
Pekin ultima un plan ambicioso de reformas
Con el objetivo de superar esta fase de ralentización, las autoridades chinas han anunciado una serie de reformas en las que el consumo interno tenga más protagonismo y el crecimiento económico sea más estable a largo plazo.
Durante el Plenario del Partido Comunista chino (PCCh) del pasado noviembre, los líderes decidieron abrir el sistema financiero a entidades privadas y reducir el monopolio empresarial estatal en algunos sectores, entre ellos el energético y el ferroviario.
Estas medidas, aún en fase preliminar y que se espera que vayan aplicándose de forma lenta y gradual, son claves para transformar el modelo, ya que una de las necesidades más apremiantes es facilitar el crédito a las medianas empresas y vertebrar una clase media que aumente el consumo. El organismo regulador chino también anunció el pasado mes que se anunciarán más políticas para apoyar la reforma bancaria iniciada en la zona de libre comercio de Shanghái.