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Tribuna
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Baja el paro registrado, pero se destruye empleo

La entrada en el nuevo año no es celebrada al mismo tiempo y con la misma alegría por todo el mundo en España. La cifra de parados registrados en los servicio públicos de empleo al finalizar diciembre alcanza los 4,7 millones, tras registrarse 147.385 parados menos que hace un año. Desgraciadamente, sin embargo, el descenso del paro no es el resultado de una mejora en las cifras de empleo. En el conjunto del año 2013, la Seguridad Social registra una pérdida de empleo de 85.041 afiliados ocupados.

Por ello, no es de extrañar que el desempleo continúe siendo la mayor preocupación de los españoles (77,3%), según el Barómetro de octubre de 2013 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Es de desear que las palabras del ministro de Economía, Luis de Guindos, sean por fin una realidad auténtica y se termine la sequía del empleo y con la cantinela que, por estas fechas, siempre nos acompaña: “El año próximo, la creación de empleo será significativa”. Es lo que todo el mundo desea y nos gustaría que ocurriera. Sin embargo, nos trae a la memoria aquella situación en la que el niño le dice a su padre: “Papá, ¿cuándo comeremos pan de hoy?”, a lo que el padre responde: “Mañana hijo, mañana”. Como a la mayoría de los españoles, me encantaría dirigir un mensaje de optimismo, pero se impone la realidad: los parados registrados en el SEPE no disminuyen por haber encontrado un puesto de trabajo. Y es que la libertad de prensa no es un privilegio de los periodistas, sino un derecho que tienen los ciudadanos a estar bien informados.

Lo habitual es que cuando el paro disminuya, el empleo aumente, y viceversa, que cuando suba el paro, descienda el empleo. Pero no existe un claro paralelismo entre disminución del paro y aumento del empleo. Sino más bien todo lo contrario.

Los datos de movimiento laboral registrado nos indican que el paro desciende como consecuencia de dos factores fundamentales. El primero se debe a que muchos de los que buscan trabajo no lo encuentran y se desaniman (efecto desánimo), por lo que dejan de estar apuntados en el SEPE. El segundo factor consiste en que, ante la falta de expectativas laborales, muchos trabajadores, tanto españoles como extranjeros (flujos migratorios), optan por buscar trabajo lejos de nuestras fronteras.

Podemos comprobar la amplitud del efecto desánimo si observamos los datos del paro total (nativos más extranjeros). Así, el paro baja en 147.385 personas en 2013, mientras descienden en 88.041 los afiliados ocupados. Lo normal habría sido que al descenso de afiliados (88.041) le hubiese correspondido un aumento del paro de la misma magnitud. Sin embargo, sucede todo lo contrario, baja el empleo y baja el paro, de donde podemos concluir que el número de parados desciende porque aumenta el número de parados que se dan de baja. En definitiva, la disminución del paro no es producto de la creación de empleo, ya que existe una brecha muy importante de 235.436 personas.

Además, si se analiza por sectores, y tomamos como ejemplo el de la construcción, constatamos una disminución de 103.135 desempleados, mientras que los afiliados descienden en más de 75.000. La disminución del número de parados registrados no se corresponde con la disminución del empleo.

Por lo que se refiere a los flujos migratorios, el número de parados registrados extranjeros ha descendido en más 50.000. Llama poderosamente la atención que se haya producido dicho descenso mientras los afiliados extranjeros descienden unos 100.000. Por lo tanto, un descenso de dichos afiliados ocupados no puede provocar un descenso del paro. Más bien todo lo contrario, el paro debería aumentar en la misma cantidad que baja el empleo.

Por último, la creación de empleo debe ser el principal objetivo de la política económica”. Pero debemos preguntarnos: ¿cómo se va a crear empleo en 2014 si el crédito es difícil de obtener y las empresas y familias siguen altamente endeudadas y las pensiones apenas se revalorizan y, además, se sigue recortando gasto público?

Esperemos que los alegres compases de la Marcha Radetzky, con los que cada primero de enero la Orquesta Filarmónica de Viena nos anuncia la llegada del año nuevo, en esta ocasión haga realidad un aumento sustancial del empleo. Por eso estoy convencido de que el voto más deseado por todas las personas, en nuestro país, es que por fin haya un trabajo digno en 2014.

Vicente Castelló es profesor de la Universidad Jaume I de Castellón

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