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Tribuna
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El príncipe de la Luz y el de las Tinieblas

La historia sagrada ya daba cuenta de la lucha formidable entre el príncipe de la Luz y el príncipe de las Tinieblas. En esos términos excluyentes parece planteado también ahora el conflicto que enfrenta de una parte a las compañías eléctricas, agrupadas en la patronal UNESA que preside Eduardo Montes, y de otra el gobierno del Partido Popular, con Mariano Rajoy al frente y los ministros de Energía, José Manuel Soria, y de Hacienda, Cristóbal Montoro, sumidos además en una guerra intestina por su incapacidad de coordinar intereses y obligaciones contrapuestas a las que ha de atender el Ejecutivo en los diversos frentes abiertos. Aflora así una clamorosa falta de coordinación, que hubiera correspondido asegurar al vicepresidente económico nunca nombrado. Su inexistencia sigue reclamando una explicación desde el mismo día 21 de diciembre de 2011 en que Rajoy hizo pública la lista de su gobierno. Aquel momento fue también un presagio de la aversión a la prensa porque Rajoy hizo su aparición para limitarse a dar lectura desde un atril a la lista de los componentes del Gabinete y retirarse a continuación sin aceptar pregunta alguna.

Inasequibles al desaliento, los periodistas se dirigieron a quienes oficiaban de chambelanes por los pasillos de Moncloa en aquella ocasión inaugural, intentando despejar la incógnita de quién coordinaría el área económica del Gobierno, ámbito donde el país se la jugaba y que aparecía huérfana de vicepresidente. Las respuestas obtenidas intentaban el encubrimiento limitándose a subrayar que todo quedaba resuelto como por ensalmo, dado que el presidente Rajoy ocuparía también la presidencia de la Comisión de Asuntos Económicos. Enseguida se ha comprobado que obligaciones y viajes ineludibles le impiden asistir a las reuniones semanales de la Comisión. Tampoco ha querido dirimir las tensiones entre el titular de Hacienda y el de Economía encomendando a uno de ellos que la presidieran en su ausencia. Así mantiene mejor la ambigüedad en la que tanto se complace. Por eso ha modificado el decreto que fija los integrantes de la Comisión para incluir a la vicepresidenta, a quien se encomienda que asuma la presidencia si Rajoy se encontrara ausente. En resumen, ni Montoro, ni de Guindos, ni tampoco un vicepresidente nombrado para esa tarea. Todo descansa, una vez más, sobre las únicas espaldas de Soraya Sáenz de Santamaría, quien desbordada por el exceso de funciones acumuladas es de sobra incapaz de asegurar la coordinación más elemental. El conflicto con las eléctricas, donde cada uno de los ministros ha ido por su cuenta, proporcionando un espectáculo lamentable que nos devuelve a los momentos de mayor insolvencia gubernamental, suministra una prueba indiscutible.

Las compañías eléctricas se han encontrado instaladas en un desconcierto inhabitable. Si en algún momento pensaron que con la llegada al gobierno del Partido Popular se acabarían las incertidumbres que arrastraba el sector, lo sucedido con el llamado déficit tarifario en la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado les ha sacudido con la violencia de una erupción volcánica. El ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, había localizado al culpable del “déficit tarifario” que era, por supuesto, sin discusión el Gobierno socialista de Zapatero. Pensaba tener la fórmula para acabar con semejante anomalía, que supera a los 30.000 millones de euros, mientras el déficit correspondiente que añade al ejercicio actual evaluado hasta octubre es de 4.481 millones, frente a los 3.600 millones que tenía previsto reconocer el Gobierno para el conjunto del año.

Iba a terminarse con el sistema de la “titulización” de la deuda acumulada, que se trasladaba en buena proporción a los Presupuestos Generales del Estado. En el último momento, una enmienda presentada en el Senado por iniciativa de Hacienda deshacía el camino y abría un conflicto frontal paliado con una reunión de Montoro con los del sector en ausencia de los responsables de Industria. Y ahora asistimos a la anulación de la subasta remitida para dictamen de la CNMC. Mientras el Gobierno acuerda hoy cómo se fijarán los precios del consumo eléctrico.

En todo caso, al sentirse estigmatizados por el Gobierno, las eléctricas han entendido el grito precursor de Rodolfo Martín Villa cuando la victoria de Aznar en 1996: “¡Cuerpo a tierra! que vienen los nuestros”. Porque quién les hubiera dicho que el actual gobierno pepero procedería a enredarse en una maraña de cables y haría suyo el principio de que los problemas de la luz se resuelven a oscuras. Sea como fuere los anuncios de estos días iluminan las tinieblas de la factura de la luz. ¿Cómo responderá el Gobierno? ¿Estaremos ante un conflicto luminoso? La respuesta, después de la publicidad.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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