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Columna
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Brecha generacional en Detroit

Superar la quiebra de Detroit pondrá pronto al descubierto divisiones generacionales y de clase –y no solo en Motown–. Kevyn Orr, el interventor de la ciudad, espera presentar un plan de reorganización formal antes de finales de enero. Cuando se ponga en marcha en 2014 el intento de Detroit de situarse debajo de los 18.500 millones de dólares de deuda, las divisiones jurídicas y filosóficas sobre quién debe asumir el coste pueden surgir también en otras metrópolis con problemas de liquidez.

En Detroit, los empleados jubilados y los tenedores de bonos de la ciudad se molestaron por las propuestas iniciales de Orr en junio, que sugerían que estarían incluidos entre los acreedores no garantizados.

Steven Rhodes, el juez federal que aprobó la petición de quiebra de la ciudad a principios de diciembre quiere que Orr y los diversos acreedores de la ciudad negocien un acuerdo, pese a los altos intereses involucrados pueden hacer que sea difícil llegar a un consenso. Sindicatos y fondos de pensiones ya están desafiando la quiebra dictando sus propias sentencias.

La gravedad de los problemas de la ciudad del motor se ve subrayada por el descenso de su población

La visión de Orr de Detroit, respaldada hasta ahora por Rhodes, es que los trabajadores jubilados y los inversores en bonos deben compartir algunos de los ajustes con los habitantes que trabajan actualmente en la ciudad y con los que lo harán en el futuro.

La especial gravedad de los problemas de la ciudad del motor se ve subrayada por el descenso del 25% en su población, a poco más de 700.000, solo en la década de 2010. Sin embargo, muchas ciudades y estados del país encaran algún tipo de enfrentamiento según las insostenibles promesas de pensiones chocan con una rentabilidad de inversión más baja, salarios estancados y ahorros de jubilación del sector privado inadecuados.

Dejar intactas las pensiones adeudadas a las personas mayores seguramente significa un aumento de impuestos y una reducción de servicios para los urbanitas más jóvenes. Las ciudades más pequeñas que se encuentran en apuros en California se enfrentan a este dilema, al igual que centros como Chicago e incluso Nueva York algún día. Las autoridades de estas ciudades, junto con los legisladores del estado, estarán observando cómo Detroit maneja el equilibrio entre jóvenes y viejos, y entre ricos y pobres –y tomando notas–.

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