Una ejecutiva sobre ruedas
Una nueva etapa comenzaba esta semana para General Motors, en plena recuperación de su quiebra. Para consolidarse, contará con Mary Barra como consejera delegada
Detroit es sinónimo de automóvil. Los principales fabricantes estadounidenses tienen en la ciudad industrial del estado de Michigan, al noreste del país, su centro de operaciones. Esta situación provoca que la relación entre la marcha de las empresas y la de la capital del motor sea muy estrecha. El declive de las compañías automovilísticas en las últimas décadas ha sido por tanto una de las causas de que la ciudad sufra ahora los efectos de una bancarrota sin precedentes en Estados Unidos. Sin embargo, si la relación todavía funciona, puede que Detroit empiece a vislumbrar en unos años la salida del túnel ya que los gigantes del automóvil empiezan a remontar. Esta misma semana, el Tesoro de Estados Unidos ponía a la venta la participación que todavía poseía en General Motors (último vestigio del rescate estatal que recibió) y, para marcar el inicio de una nueva época, tal vez la de la recuperación definitiva, la empresa anunciaba el nombre de la persona que se encargará a partir de ahora de llevar las riendas.
Mary Barra (Detroit, 1962) será la nueva consejera delegada de una compañía que conoce a la perfección. Entró en ella hace 33 años para realizar unas prácticas y desde entonces su carrera ha estado siempre ligada a GM. Licenciada en ingeniería eléctrica por la Universidad de Kettering –antiguo intstituto de General Motors–, se ha dedicado durante muchos años al área de diseño, aunque su MBA de la Universidad de Stanford le ha permitido también ocupar puestos de gestión como el de vicepresidenta de Recursos Humanos. El cargo que ha ocupado durante los últimos años ha sido el de responsable de desarrollo de producto. En él ya era la mujer con más peso en una empresa automovilística; con su ascenso vuelve a romper el techo de cristal.
Pero aunque el mundo de los coches ha estado tradicionalmente dominado por hombres, Barra ha asegurado en más de una ocasión que ella nunca se ha sentido discriminada, cree que ha sido simplemente valorada por su trabajo. Y es que la nueva consejera delegada del segundo fabricante de coches a nivel mundial se desenvuelve como pez en el agua en el mundo del motor. Su padre trabajó durante casi 40 años en la desaparecida firma Pontiac y ella se crió en un barrio de Detroit, por lo que bujías y carburadores nunca le resultaron palabras extrañas.
En una entrevista que concedió a Stanford como antigua alumna aseguró que, con apenas diez años se encaprichó por primera vez de un coche, un Chevy Camaro de un familiar suyo. Hoy en día su pasión sigue intacta (Barra tiene, junto con su marido una colección de vehículos de este estilo). Probar automóviles no es para esta directiva un trabajo sino una afición, que además ya ha inculcado a sus hijos adolescentes.
Conciliar familia y negocios es una prioridad para esta trabajadora incansable. Prueba de ello es que no duda en interrumpir una reunión si tiene que ir al colegio a recoger a sus vástagos. Además, cuando estos eran pequeños sus dibujos y manualidades adornaban siempre el despacho de su madre y en la actualidad la afición al hockey de su hijo ha sido determinante en una elección tan delicada como la de su coche personal.
Según fuentes citadas por medios estadounidenses, sus compañeros de trabajo la describen como una persona metódica, que sabe escuchar y que busca llegar a acuerdos, pero también firme a la hora de tomar decisiones y de llevarlas a cabo. Dave Cole, presidente de Auto Harvest, describía a Barra en el diario USA Today como una mujer con los piés en la tierra. El ejecutivo destacaba la ventaja que le daba en ese sentido no haber nacido en el seno de una familia aristócrata.
Probar automóviles no es para esta directiva un trabajo, sino una afición, que además ya ha inculcado a sus hijos
Todavía no ha arrancado su mandato (empezará el 15 de enero), pero son muchos los que se aventuran a definir la línea que seguirá la nueva consejera delegada ya que es conocida por su empeño en racionalizar recursos. Un ejemplo de ello es la reducción de supervisores que llevó a cabo para el desarrollo de los vehículos. Bajo su direccion, dejó de haber tres personas controlando este proceso del que ahora se encarga una sola.
Otra de sus medidas estrella fue su empeño en relajar el rígido código de vestimenta de la compañía. Aunque la directiva aparece ataviada en sus apariciones públicas de forma neutra, habitualmente con traje de chaqueta negro o gris, el Detroit News afirmaba tras su nombramiento que es frecuente un detalle en esta apasionada del motor: el esmalte de uñas negro.
Considerada por la revista Forbes como una de las mujeres más influyentes del mundo, Mary Barra se enfrenta ahora al reto de consolidar la recuperación de la empresa a la que ha dedicado toda su carrera. GM quebró en 2008, ahogada por las deudas tras años de declive debidos al ascenso de los fabricantes japoneses, y tuvo que ser rescatada por el estado. Esta semana la compañía ha vuelto a volar sola aunque por el camino ha tenido que prescindir de su producción en Australia y se ha visto obligada a reorganizar su negocio en Europa.
“Lo vamos a superar”, afirmaba Barra a su antigua universidad en plena crisis de la empresa. Convencida de que General Motors se repondrá del trance por el que ha pasado estos años, Mary Barra se pondrá manos a la obra.