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Columna
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El regreso de Grecia al mercado

Grecia se enfrenta a una lucha para volver a los mercados de bonos. El gobierno espera aprovechar a los inversores privados el año que viene –por primera vez desde que la crisis de la deuda griega comenzara hace casi cuatro años–. El atractivo es obvio –pero con grandes interrogantes– .

Un retorno a los mercados, incluso parcial, tranquilizaría a los acreedores públicos europeos y al FMI, que poseen el 84% de los 320.000 millones de euros de la deuda griega. También sería una inyección de confianza para el país, después de tres años de austeridad en forma de una caída de nueve puntos porcentuales en el déficit presupuestario, antes de los pagos de intereses, entre 2010 y 2012. El gobierno prevé ahora un pequeño superávit primario para este año.

Sin embargo, los posibles compradores privados de bonos griegos necesitan más. La deuda pública seguirá estando cerca del 124% en 2020, según predice el FMI. Los inversores aceptarían una rentabilidad inferior al actual 8,7% en el plazo de 10 años si los acreedores públicos de Grecia se comprometen a aceptar una quita, como hicieron los inversores privados en 2012. Cuando la troika acordó en noviembre de 2012 extender los plazos para las reformas griegas, se referían a dar más ayuda en caso de un superávit primario en 2013.

La pregunta es qué supondría la asistencia. Una llamada participación del sector oficial significaría que los acreedores públicos reconocen pérdidas en los últimos rescates. Con las elecciones parlamentarias europeas en mayo, no hay ninguna posibilidad. El BCE, por su parte, no quiere amortizar el valor de sus tenencias de deuda.

El escenario más probable son prórrogas a los vencimientos y reducciones de los ya bajos tipos de interés medios de la deuda helena. Sin una reducción real de la deuda de Atenas, los inversores privados extranjeros probablemente solo cogerían las letras a corto plazo. Sería un buen comienzo –pero no la gran inyección de confianza de que Grecia espera–.

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