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Secretos de despacho

Los directivos de la mesa redonda en Wrigley

Xavi Pons dirige la firma que produce Mars, M&M’s, Twix o Sugus

Alfonso Simón Ruiz

Pocas oficinas urbanas pueden ser de apariencia tan gratificantes como las de Wrigley. Aunque el nombre no sea muy conocido, sus productos sí lo son. Y deseados: chocolates de Twix, M&M’s, Mars, Snickers, Maltesers o Bounty y chicles y caramelos como Orbit, Solano o Sugus. Dulces omnipresentes en las instalaciones, presentes ya en los pasillos si se da una furtiva ojeada golosa.

Al entrar en la multinacional estadounidense Wrigley se tiene la impresión de acceder a una de esas empresas modernas, hijas del estilo desenfadado de Google, con colores chillones en las paredes y sillas, una biblioteca, butacas y cómodos sofás dispersos, salas para relajarse e incluso un futbolín. Además, por su puesto, de recipientes repletos de sus golosinas, al alcance de visitantes y empleados. “Es un pequeño placer diario, pero siempre con moderación”, revela Xavi Pons, el director general de Wrigley.

No me quites el chocolate

Pons explica que, como todas las compañías, Wrigley también ha sufrido la crisis. “Sí es cierto que nosotros no lo hemos notado mucho. Se ha reducido el consumo de chicle, pero a los snacks apenas les ha afectado”, asegura. “El chocolate es un capricho que no hay quien nos lo quite. Es a prueba de crisis”. En 2011 los ingresos aumentaron, en 2012 cayeron un 3%, “y este año esperamos mantenernos”.

Cuentan con 330 empleados y 200.000 puntos de venta. “En chicles somos líderes, con un 40% de la cuota de mercado, por delante de Trident, y esperamos mantenernos. En chocolate somos terceros, con el 15% del mercado, tras Ferrero y Nestlé. Para 2014 queremos ser el número dos. Creo que podemos conseguirlo porque estamos más focalizados en este mercado que ellos y atrayendo talento”. Para él, esta capacidad se desarrolla en un 70% en el día a día, en un 20% de lo que puedes ver y aprender de otros y en un 10% en formación.

Toda la producción se hace en Europa y la compañía cuenta con un código sobre los máximos de calorías de sus dulces. Confiesa que la prioridad en la empresa son los productos M&M’s y Orbit. Otros, como el mítico Sugus, quedan en segundo plano. “Todos hemos crecido con Sugus, pero no es la prioridad”.

La zona de dirección se encuentra en la diáfana planta superior. Allí trabajan decenas de empleados, en un espacio sin paredes que separen a unos y a otros. Y en medio, una decena de elegidos se sientan alrededor de una mesa en U, abierta por un lateral. Allí trabaja el comité de dirección, en esa particular tabla redonda, como la de los caballeros del rey Arturo. El director general se sienta en el centro. A su izquierda, el director de recursos humanos, a la derecha, el financiero. “Ofrece cercanía con el equipo y apertura a los asociados”, cuenta Pons. Los asociados, en el argot de la empresa, son los empleados, un termino que intenta dar una señal de pertenencia. El estilo de la mesa redonda y sin despacho proviene de Mars. Esta compañía nació en 1911 en Virginia, fundada por Frank C. Mars. “Es una empresa familiar. El presidente nunca ha tenido despacho y es algo que se ha ido heredando”, relata. Mars se hizo en 2010 con el 80% de la también histórica Wrigley (fundada en Chicago en 1892, de chicles Orbit, caramelos Solano y Sugus). El 20% restante pertenece a Berkshire Hathaway, del magnate Warren Buffett.

Pons, de 43 años, procede precisamente de Mars, donde era director de ventas, pero tras la fusión se le encargó gestionar la nueva compañía. Él estudió Publicidad, pero se dedicó desde muy pronto a la gestión. Un cazatalentos inglés le fichó para Mars y se fue a vivir a Londres, donde se formó. “Nunca supe cómo me encontró el headhunter”. Tras siete años en Inglaterra fue destinado a Madrid y ahora ha regresado a la Barcelona de su infancia.

“Tener al equipo directivo al lado me facilita resolver asuntos de forma rápida. A veces, sí te interrumpen, pero es mayor el beneficio. Además, cualquiera puede consultarte algo. Rompe jerarquías y silos. El espacio abierto fomenta la visibilidad, la comunicación y la colaboración”, apunta.

De su equipo cercano busca la confianza, “tienen mucha libertad”, y gente que desarrolle sus capacidades. “Nuestro futuro será tan bueno como el talento que tengamos”, reflexiona. “Me gusta ser muy exigente en el qué, pero cercano en el cómo”. De Reino Unido también se ha traído el hábito de llegar a las 7 de la mañana al trabajo. Un momento para leer y reflexionar antes de empezar las reuniones a las 8. Algunos días trabaja desde casa. “Promovemos la flexibilidad interna. Yo aprovecho esas jornadas para algunas teleconferencias y pensar en temas estratégicos y proyectos”.

Sobre su escritorio tiene un portátil, una pantalla y pocas cosas personales. Ha sustituido la foto de los hijos por un cuaderno que le regaló su familia hace dos años, con la palabra big en la tapa. “No lo uso mucho. Lo guardo como algo simbólico”. Detrás, algún muestrario de M&M’s y Orbit. Además de un premio a la empresa, como una de las mejores para trabajar, y otro galardón sobre liderazgo. “Siempre intento predicar con el ejemplo, ser inspirador y coherente”.

Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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