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Columna
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¿Han perdido su gancho las fusiones?

Salix Pharmaceuticals ha sido el último comprador en crear valor de mercado adicional de forma inmediata tras una adquisición. Es una maravilla de la que los elocuentes asesores, que solían lanzar con éxito hasta la transacción más tonta, no están capitalizando la tendencia más a menudo. Debería ser cada vez más fácil cerrar un trato.

La compra de Santarus por Salix por 2.600 millones de dólares es una combinación clásica. Salix es cauteloso con los detalles, pero dice que su medida preferida de ingresos debería estar aproximadamente un 20% por encima de las expectativas de los analistas el año que viene. Por otra parte, alega que el impacto real serán unas mayores ventas. Los inversores están convencidos. Tras el anuncio, el valor de mercado de Salix creció en 700 millones de dólares, con lo que cubre más o menos el coste de la prima que paga.

El fenómeno es recurrente. Este año, más de seis de cada 10 compradores estadounidenses en ofertas de por lo menos 1.000 millones de dólares han experimentado un aumento en sus acciones, según datos de Thomson Reuters.

Los banqueros no han podido superar la aversión al riesgo que hay en las salas de juntas

Desde hace años, ha habido efectivo y crédito más que suficiente para fomentar generosos acuerdos. Y sin embargo, los banqueros no han podido superar la aversión al riesgo que hay en las salas de juntas. Los persistentes recuerdos de una crisis de liquidez y el temor acerca de la lenta recuperación económica han frenado el apetito por las fusiones y adquisiciones. El volumen de acuerdos sigue siendo globalmente plano.

Las adquisiciones audaces que se alejan demasiado del territorio propio de la empresa o de sus operaciones centrales deberían permanecer fuera de los límites. Con la creciente evidencia, sin embargo, de que los accionistas dan la bienvenida adquisiciones medidas con sensatez y estratégicamente buenas, hay menos excusas para que los comerciales mejor pagados del mundo vengan con las manos vacías.

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