¿El final del túnel para el empleo?
El paro registrado ha aumentado en octubre en 87.028 personas (1,84%) hasta alcanzar la cifra de más de 4,8 millones de desempleados, según los Servicios Públicos de Empleo. Por su parte, la Seguridad Social gana 54.927 afiliados ocupados y en términos interanuales acumula una pérdida de 376.354 cotizantes (-2,25%).
En este contexto, por mucho que desde el Gobierno se intente desviar la atención pública, el principal desafío que tiene España es el desempleo. Así, mientras en el conjunto de la Unión Europea (UE) la tasa de desempleo se sitúa en el 11% según datos publicados por Eurostat (oficina estadística comunitaria), en nuestro país alcanza el 25,98%, la segunda mayor cifra de los 28 después de Grecia (27,6 %). En la UE hay 26,8 millones de parados de los cuales cerca de una cuarta parte pertenecen a España (un tercio en la zona euro) lo que significa un aumento de cerca de 130.000 personas en los últimos doce meses.
Y en peor situación se encuentran nuestros jóvenes menores de veinticinco años cuya tasa de desempleo (54,4%) es más del doble que la media de la UE (23,1%) con un aumento de más de dos puntos porcentuales en comparación con el mismo trimestre del año anterior. Estas cifras suponen que hay del orden de 5,58 millones de desempleados menores de 25 años en la UE y de ellos el 18% son jóvenes españoles.
En este sentido, la aplicación de la última reforma que nació con el objetivo de disminuir las tasas de desempleo no se está mostrando muy eficaz.
Por lo tanto, el debate no consiste en cuánto va a ser la intensidad de la recuperación en nuestro país sino en cuánto y cuándo la recuperación tendrá efectos ampliamente positivos sobre el empleo para que a su vez disminuya el desempleo. Así, las políticas de austeridad presupuestaria y de devaluación salarial realizadas con el objeto de sanear las finanzas públicas y aumentar la competitividad han tenido unos efectos muy recesivos.
Desde el Gobierno nos dicen que la prima de riego continuará bajando, que las exportaciones aumentarán y mejorarán los mercados financieros. En principio un escenario perfecto en términos generales. Pero los perdedores de la crisis lo que quieren saber es cuándo la recuperación tendrá efectos sobre el empleo para acelerar la diminución del desempleo. En definitiva, ¿cuánto tiempo tardaremos en alcanzar la tasa de desempleo (inferior al 10%) que teníamos a principios de 2008 y alejarnos de la tasa actual superior al 25%? No debemos olvidar que el empleo permite tener un salario para poder vivir cada día.
Por otra parte, la locomotora de las exportaciones es insuficiente para compensar el deterioro de la demanda de consumo que permita obtener un crecimiento total del PIB capaz de crear puestos de trabajo en cantidad (0,1% en el tercer trimestre) y calidad deseables para que no suceda como en el tercer trimestre: todo el empleo creado ha sido temporal.
El débil crecimiento económico (tercer trimestre) no va a impedir que se destruya más empleo y aumente el desempleo y más teniendo en cuenta que toda la disminución del paro (72.800) no es debida al aumento del empleo (39.500) sino más bien a la disminución de la población activa (casi la mitad de la disminución del paro). Ello, se explica en parte porque muchas personas ante la falta de expectativas laborales pierden toda esperanza de encontrar un puesto de trabajo y prefieren retirarse del mercado de trabajo (efecto desánimo).
Hoy existen 561.000 personas que desisten de encontrar trabajo porque creen que no lo van a conseguir. Solo en el tercer trimestre han aumentado en 12.000 personas. Lo que les hace desaparecer de las estadísticas. Otro de los motivos es también por la emigración como así lo refleja la disminución de la población en edad de trabajar (85.200) del tercer trimestre.
Por último, como indica la OIT hay que aglutinar todos los esfuerzos en políticas que creen empleos y que todas las medidas tengan como objetivo prioritario la creación de empleo estable. Por ello, la necesidad de un cambio en la política económica, dirigido a la recuperación del crecimiento y del empleo, que debe asentarse en una mayor cohesión social. Las medidas públicas para salir de la crisis han de encaminarse a estimular la actividad económica y a sentar las bases de un nuevo modelo productivo sostenible y equilibrado, cuyas bases sean el conocimiento, la investigación e innovación y el empleo de calidad.
Vicente Castelló es profesor de la Universidad Jaume I