La bomba de relojería del envejecimiento alemán
La primera economía de la UE cuenta con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo Desde 2001, los gobiernos se afanan en cómo garantizar la sostenibilidad de su sistema de pensiones
Cómo afrontar este reto es uno de los problemas de trasfondo a los que se enfrenta la clase política alemana que se medirá el domingo en las urnas.
Según las estadísticas oficiales, el país más poblado de la Unión Europea lleva 35 años viendo como se reduce su tasa de natalidad, que es una de las tres más bajas del mundo. Desde entonces, cada alemana tiene 1,3 hijos de media (con ligeras oscilaciones anuales), lo que según todos los cálculos demográficos es insuficiente para mantener el relevo generacional para el que se requeriría que cada mujer tuviera 2,1 hijos.
De hecho, los expertos calculan que desde 1975, cada nueva generación de alemanes es aproximadamente un tercio menor que la de sus padres. Y sus proyecciones, lejos de mejorar en algo la situación, la empeora, ya que estiman que en 2050 podrían nacer en Alemania la mitad de los niños que lo hacen en la actualidad. Esto, a pesar de que, conscientes del grave problema que esto supone, los sucesivos gobiernos alemanes han ido aumentando los incentivos a la natalidad (subvenciones por hijo y plazas en guarderías, fundamentalmente) hasta invertir más del 4% de su PIB en estas partidas, según distintas fuentes.
Junto a esto, los avances médicos y la bonanza económica están propiciando que la esperanza de vida de los alemanes esté batiendo récords. La gran mayoría de los ciudadanos germanos (89,2% de los hombres y 94,1% de las mujeres) llegan a cumplir al menos 60 años. Esto se traduce en un aumento constante de la esperanza de vida que es ya una de las más altas del continente: 77,7 años para los varones y 82 para las mujeres a partir de 2010, indican los datos de la Oficina Federal de Estadística alemana.
Las previsiones de este organismo indican que si en Alemania cerca de 50 millones de personas tenían entre 20 y 65 años en 2010, este grupo de población se recortará a unos 36 millones en los próximos cincuenta años. Entonces, más de la mitad de la población superará los 50 años.
Este progresivo y acelerado envejecimiento de la población alemana está teniendo ya un claro impacto en la configuración de sus políticas económicas y sociales. Así, desde 1999 la sociedad germana debate con intensidad los constantes retoques a su sistema de pensiones, que arrancaron en 2001. Desde esa fecha, se han aprobado sucesivas reformas todas ella orientadas a contener el gasto en pensiones mediante tres vías: limitar el peso de las cotizaciones sociales sobre el PIB, reducir la tasa de sustitución (porcentaje del último salario al que equivale la cuantía de la prestación) e incentivar los planes privados de pensiones. Y los crecientes niveles de ciudadanos dependientes son otro gran problema en Alemania. Ahora hay alrededor de dos millones que se duplicarán hasta los 4,5 millones en 2050, según un estudio de la aseguradora alemana Allianz.
Los inmigrantes cualificados como única solución
A principios de año un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) –que agrupa a los 34 países más industrializados del mundo– instaba con urgencia a Alemania a atraer a un importante número de inmigrantes cualificados en los próximos años para hacer frente al envejecimiento de su población.
Según el informe de este organismo, Alemania necesitará liberalizar la selección de quienes tengan una preparación intermedia como son las enfermeras o los técnicos comerciales, para suplir la pérdida estimada de 5,4 millones de estos profesionales cualificados para el año 2015. Estos expertos precisan que “para que los trabajadores inmigrantes puedan contribuir a la demanda de personal que habrá en Alemania será necesario un incremento significativo de esta población extranjera, tanto procedente de la UEcomo de fuera”.
El Gobierno de Angela Merkel, consciente de este problema que se le avecina, ya ha empezado a reducir la burocracia y a animar a las empresas a aceptar personal de fuera. Pero, de momento, las cifras de la OCDE indican que solo unos 25.000 trabajadores de la UE se trasladan cada año a Alemania para trabajar.
De hecho, en su reciente intervención en la segunda Cumbre Demográfica nacional de junio Merkel animó a los responsables europeos a promover la movilidad laboral interna en la UE con avances en la convergencia de políticas laborales, fiscales y de pensiones;así como a aprender un segundo idioma comunitario.