¿Ya hay luz al final del túnel?
Por fin parece que se divisa una tenue luz al final del túnel de la recesión tras nueve trimestres consecutivos de tasas de crecimiento negativas del PIB. En el segundo trimestre de 2013 el PIB ha caído ‘solo’ un 0,1%, lo que implica que en términos anuales cae el 0,4%, frente al -1,6% en 2012. La tasa de paro se redujo en el segundo trimestre de este año 0,9 puntos porcentuales, hasta situarse en el 26,26%. La buena evolución reciente de las exportaciones ha permitido alcanzar un superávit en la balanza por cuenta corriente (tras casi dos décadas de déficit), lo que supone pasar de una situación en la que España necesitaba ser financiada por el resto del mundo a otra totalmente distinta en la que la capacidad de financiación permitirá reducir el elevado volumen de deuda externa. Y los inversores internacionales vuelven a aumentar su tenencia de deuda pública española, lo que ha permitido reducir la prima de riesgo hacia niveles más asumibles en torno a 250 puntos básicos.
Pero a pesar de las buenas noticias y de que en efecto podemos hablar de un punto de inflexión en el comportamiento de los flujos de la economía, hay que ser muy prudentes teniendo en cuenta los enormes desequilibrios acumulados en forma de stocks. ¿A qué nos referimos?
- A que el volumen de desempleados roza la cifra de los seis millones. El paro está cayendo, pero no porque se cree empleo (que sigue cayendo), –sino por la reducción en la población activa–, como consecuencia de la emigración y del aumento de la población desanimada;
La capacidad de financiación permitirá reducir el elevado volumen de deuda externa
- A que la deuda pública se sitúa ya en el 88,2% del PIB y se dirige hacia el 100% a finales de 2014 como consecuencia de los déficits públicos que habrá que financiar en 2013 y 2014;
- A que seguimos siendo una de las economías con un sector privado más endeudado que condiciona las posibilidades de recuperación del consumo y la inversión. Además, si continúan las restricciones financieras a la hora de acceder al crédito, el desapalancamiento será brusco, y eso lastra las posibilidades de recuperación;
- A que la deuda externa ha alcanzado un máximo histórico de 1,7 billones de euros (170% del PIB), fruto de los persistentes déficits externos del pasado. Y en términos de activos financieros netos frente al exterior, nuestra posición financiera internacional deficitaria se sitúa en la actualidad en el -92% del PIB, solo mejor que la de los países rescatados.
En este contexto de una cal y otra de arena, y reconociendo que el sacrificio asumido por los españoles en forma de lo que los economistas denominamos devaluación interna (=contención salarial) está dando frutos como consecuencia de las ganancias de competitividad asociadas a la reducción de los costes laborales unitarios, la principal rémora a la recuperación es nuestro elevado nivel de endeudamiento. Es necesario que el desapalancamiento que debemos realizar sea lento en el tiempo, lo que exige que se reestablezca el acceso a la financiación en mejores condiciones de precio. Desgraciadamente, nuestras empresas (especialmente las pymes) se financian a un tipo de interés bancario muy superior al de otros países de nuestro entorno, existiendo un sobre coste de 223 puntos básicos con respecto a las empresas alemanas y de 131 con respecto a la media de la eurozona. Este diferencial significa que una pyme española paga un 77% más de coste financiero que una alemana, que actúa como barrera que hace que haya proyectos de inversión no rentables en España.
Consolidar el cambio de tendencia y mantener la credibilidad de los mercados van a exigir más sacrificios
La fragmentación actual en el mercado de crédito europeo es el mejor indicador de la imperiosa necesidad de construir la unión bancaria. De momento se ha aprobado la supervisión única en manos del BCE, pero eso sirve de poco si no va acompañado de la creación de una autoridad y fondo de resolución europeo de crisis bancarias y de un fondo europeo de garantía de depósitos. De momento hay una propuesta de directiva en mecanismos de resolución (donde el acceso a un fondo europeo es un recurso de última instancia) y la propuesta de un fondo de garantía de depósitos europeo lleva años en debate y me temo que tardará años en aprobarse. Y mientras tanto, normalizar el acceso a la financiación exige la colaboración del BCE (poniendo en marcha las reiteradamente anunciadas medidas no convencionales) y de las autoridades nacionales (el ICO en España, o la puesta en marcha del mercado de pagarés de empresa).
Parte del éxito en alcanzar el tan deseado punto de inflexión está en la relajación del tono de austeridad que ha impuesto Bruselas a los países pecadores (gracias en parte a la ayuda del FMI que ha atacado duramente el lema de la austeridad), y que ha permitido aflojar el cinturón que tanto ha apretado al gasto público en 2012. El respiro que nos han dado en forma de alargamiento en el plazo para cumplir el objetivo de reducción del déficit público se ha notado en 2013, con un crecimiento del gasto público del 0,9% en el segundo trimestre, frente a una caída del 4,8% en 2012.
Pero haber alcanzado el punto de inflexión no solo se debe a la relajación de la austeridad, sino también a al menos dos factores: el entorno de mayor estabilidad financiera que se respira en Europa tras los anuncios del BCE apoyando el euro; y las medidas estructurales llevadas a cabo, siendo de destacar el saneamiento (equivalente casi al 25% del PIB desde el inicio de la crisis) y reestructuración del sector bancario.
Obviamente, hablar de punto de inflexión no significa que hayamos salido de la crisis. El grave problema es conseguir crear empleo, y eso es algo que las estimaciones más optimistas relegan a finales de 2014 y a tasas de crecimiento tan pequeñas que impiden reducir de forma significativa la tasa de paro. Además, otro elemento de presión en el que España se jugará la credibilidad de los mercados es el cumplimiento de los objetivos de déficit público fijados por Bruselas, tarea complicada ya este año si tenemos en cuenta que el déficit del Estado ya ha alcanzado casi su objetivo de todo el año y que algunas comunidades autónomas terminaron el 2012 con un déficit muy por encima del objetivo fijado, por lo que el esfuerzo a realizar en 2013 en algunos casos supera el 1,5% de su PIB.
Consolidar el cambio de tendencia y mantener la credibilidad de los mercados van a exigir más sacrificios y proseguir la hoja de ruta de las reformas estructurales que tanta veces nos señala tanto el FMI como la Comisión Europea: la reforma fiscal (reduciendo tipos marginales e inclinando más la balanza hacia la imposición indirecta en beneficio de la directa), la de las AAPP (que sigue pendiente) y la del mercado de trabajo (para romper la dualidad existente entre empleo fijo y temporal). Con todos estos ingredientes, con algo de ayuda externa (me refiero al mantenimiento del compromiso hacia la construcción de la unión bancaria y a la colaboración del BCE) y sin sorpresas de última hora (resultados de la elecciones en Alemania, conflicto en Siria, etc.), !yes we can¡
Joaquín Maudos es catedrático de la Universidad de Valencia, investigador del Ivie y colaborador del CUNEF