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El Foco
Tribuna
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España y Portugal ante la crisis

En la actualidad, la globalización favorece los procesos de integración en grandes áreas, en aras a un mayor crecimiento económico. Estos grandes procesos permiten que se obtengan ventajas también de la colaboración bilateral entre países, pertenezcan o no a estructuras superiores. Éste es el caso de España y Portugal, sobre las que tiene un gran interés conocer como les ha afectado la crisis económica actual y analizar si se han aprovechado para mejorar nuestras economías o si se han visto resentidas.

A ello se van a dedicar el Consejo general de economistas de España y la Ordem dos economistas de Portugal, reunidos en el marco del Seminario ibérico de economistas, al analizar las relaciones bilaterales de ambos países.

En los momentos actuales la oportunidad de la iniciativa es incuestionable, así como la relevancia de los temas a tratar por catedráticos y expertos de ambos países, como Velarde Fuertes, Cuadrado Roura, Leâo Martinho, Malaquias Pereira y Enrique Santos.

¿Por qué está iniciativa de los economistas? En el contexto de las relaciones internacionales que los economistas españoles llevan a cabo, las relaciones con Portugal siempre se han considerado prioritarias. A pesar de que el tamaño de sus economías no es simétrico, entre ambas existe un grado de dependencia muy considerable, tanto en términos de flujos comerciales como de inversión directa. Portugal viene siendo el tercer mercado de España –tras Francia y Alemania-, y España es el principal proveedor y cliente de Portugal.

Entre ambas economías existe un grado de dependencia muy considerable

El acercamiento mutuo en todos los ámbitos, y la intensificación de las relaciones bilaterales, tuvo su principal hito en el año 1986, con la adhesión de ambos países a la construcción de la Unión Europea. A partir de ese momento, se ha ido fortaleciendo un verdadero mercado ibérico integrado, que presenta un gran potencial dentro de ese proceso más amplio que sigue el Mercado Único Europeo. La consolidación del mercado ibérico integrado ha permitido un constante desarrollo de las relaciones económicas que hoy presenta sólidas bases. El resultado es que las economías las economías de ambos países se encuentran muy ligadas entre sí.

Con una considerable dimensión y una amplia variedad de productos intercambiados, ambas economías presentan una proporción significativa de comercio intraindustrial. Aunque como consecuencia inmediata de la crisis, el comercio exterior reflejó claramente el descenso de la demanda agregada y de la producción en España y en Portugal, ese comercio es una de las vías para salir de la recesión generando crecimiento a través de las exportaciones tanto bilaterales como intracomunitarias, que sumadas, representan el destino de los dos tercios de las mismas.

Muchas son las causas que explican y dan consistencia a este proceso bilateral de cara al futuro. En primer lugar, ambos países han realizado en los últimos años importantes esfuerzos para modernizar sus economías y, al mismo tiempo, se han ido fortaleciendo niveles crecientes de confianza mutua entre sus empresarios e inversores.

En segundo lugar, la variedad de productos intercambiados entre ambas economías es amplísima, y las relaciones sociales y humanas se intensifican gracias a una cultura común y a la proximidad. En el momento actual, más de 16.000 empresas españolas exportan a Portugal y más de 1.500 han invertido de forma estable en sectores variados, principalmente de servicios e industriales y, en los últimos años, también aumenta la inversión en el sector agrario.

Se minimizarán los problemas y los riesgos que los bien avenidos vecinos ahora comparten

En tercer lugar, la estructura empresarial en términos de dimensión y competitividad facilitan que España sea para Portugal el principal cliente y primer proveedor y algo parecido ocurre recíprocamente, ya que a pesar de sus asimetrías cuantitativas en población, superficie, tamaño de sus economías, etc., afloran en términos relativos grandes semejanzas y complementariedades que hacen pensar en la robustez y gradual importancia de las relaciones económicas y sociales entre ambos países.

Las economías española y portuguesa atraviesan ahora algunas similitudes que hacen referencia al elevado endeudamiento público y de los agentes económicos privados, a la recesión interna y a la crisis bancaria, siendo diferente la importancia de estos problemas en cada uno de los dos países, aunque también presentan por separado otros problemas singulares que deben afrontar.

En el caso de Portugal, el aumento registrado recientemente en sus exportaciones y la caída menos acentuada de la inversión, son las principales razones que justifican el crecimiento observado de su economía de un 1,1% durante el segundo trimestre de este año. No obstante, aunque en la zona euro se espera este año una paulatina recuperación, la perspectiva en Portugal sigue siendo la de finalizar el año en recesión, si bien de continuar este ritmo de crecimiento la caída será menor de la esperada.

En el caso de España, se comienza a hablar de recuperación después de algo más de un lustro de recesión. Nos tememos que las irresistibles ganas de que ello ocurra van un poco delante de los hechos. Aún quedan algunas importantes reformas estructurales que, aunque planteadas, continúan pendientes de realización. Asimismo, las cifras y datos supuestamente optimistas presentan limitaciones como indicadores de cambio, por lo que deben ser observadas con prudencia. Habrá que esperar cautelosamente algún tiempo más, aunque ya es positivo que se vislumbren horizontes despejados. De lo que sí estamos seguros es de que con simultáneas buenas noticias a los dos lados de una frontera cada vez más imperceptible, se minimizarán los problemas y los riesgos que los bien avenidos vecinos ahora comparten.

Como de costumbre, el principal obstáculo de la recuperación proviene de la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales incompletas o pendientes de naturaleza económica y social, amén de los ajustes políticos que, con mayor o menor acierto, ya se están produciendo. Los retos a medio y largo plazo se encuentran en los campos de la educación, de las instituciones y de la innovación, si se quiere lograr un crecimiento más dinámico y sostenible.

En todo caso, las buenas noticias en Portugal lo son también para España, y viceversa, porque ambos países continuarán siendo socios fundamentales.

José María Casado y Valentín Pich son economistas 

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