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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El curso en que debe llegar la recuperación

El nuevo curso empieza con la puerta de la salida de la recesión abierta. Nunca antes en los seis largos y duros años anteriores había sucedido así. La relativa calma de los mercados durante la temporada vacacional que se ha vivido esta vez era algo olvidado entre los rigores de la crisis. De la profundidad de esta podrán dar cuenta para el futuro los millones de parados que ha generado, y entre los que tienen empleo, toda una generación que ha vivido más del primer lustro de su vida laboral con las angustias de los ajustes, muy al contrario que la holgura con la que llegaron al mercado de trabajo las precedentes. Pero los indicadores señalan que las cosas empiezan a cambiar. Las grandes economías europeas, con Alemania a la cabeza, encaran la reactivación, y en España el Gobierno garantiza que la salida de la recesión ya está en marcha y asegura que el objetivo de retornar el PIB a números positivos se conseguirá este mismo trimestre, aunque sea con dos escuálidas décimas.

La economía, sin embargo, se enfrenta a incertidumbres nada despreciables a nivel internacional. Por un lado, el conflicto de Oriente Próximo es la espada de Damocles que con más peligro amenaza la recuperación. La crisis en la región, un área clave en la producción de petróleo y de cuya estabilidad depende en gran medida la economía mundial, es ya el peor lastre que pesa sobre los mercados, y de estallar –o solamente de prolongarse– podría producir un efecto dominó de consecuencias imprevisibles.

Al otro lado del Atlántico se mantiene la incertidumbre sobre cuándo y cómo empezará la Reserva Federal de Estados Unidos a retirar las políticas de estímulo, una decisión que tiene en vilo a las Bolsas y al mercado de deuda. Los últimos datos de crecimiento de la mayor economía del mundo –un 2,5% en el segundo trimestre, por encima de la previsión oficial– pueden acelerar el proceso, claro que contra lo que dicta la lógica, los inversores, acostumbrados a una liquidez sin límites, se muestran muy cautos, y especialmente los países emergentes, algunos de los cuales ya tienen encendida la luz roja. El círculo se completa con unas dudas sobre el crecimiento en China que los esfuerzos de las autoridades del gigante asiático no han sido capaces de disipar.

Mientras, en Europa todo indica que, como siempre, las soluciones van a ser más dependientes de la política, con las inminentes elecciones federales en Alemania en el horizonte inmediato, el ritmo de recuperación de Francia como una incógnita y la permanente crisis de Gobierno en Italia.

En España, que encara la salida de la recesión después de dos años de caídas, los trabajos pendientes no son pocos. El gran problema del paro sigue esperando una recuperación consistente, porque una simple salida técnica de la recesión no va a ser suficiente para crear empleo neto. La reforma laboral, lejos de complacientes autobombos, está por dar unos frutos que solo serán aceptables cuando empiece a bajar la lista del paro, si bien es cierto que medidas como la simplificación de las modalidades de contratación van en la buena dirección.

El crecimiento del número de pensionistas y del gasto en prestaciones es incompatible con una Seguridad Social en números rojos por la caída de cotizantes, y ha obligado ya a emplear el Fondo de Reserva. La propuesta de reforma del Gobierno debe poner fecha a la aplicación del factor de sostenibilidad y está por ver si la actualización de las pensiones se ligará al ciclo económico

El Ejecutivo debe seguir, como ha anunciado, con su batería de nuevas medidas y acometer la reforma fiscal para mejorar una recaudación enferma, y no solo por la anemia de la actividad. El rediseño debe ser tan ambicioso como práctico, y será acertado solo si el Ejecutivo no olvida que un buen sistema fiscal debe ser eficiente, equitativo y garantizar la suficiencia recaudatoria, pero también es muy importante que sea simple.

El gasto público y la reforma de las Administraciones son otras de las muchas asignaturas pendientes, además de la ley de unidad de mercado, la de colegios profesionales y la de emprendedores. Son retos ineludibles para impulsar una recuperación que se hace esperar y que por ahora no está ni prendida con alfileres.

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