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Columna
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Cambios fiscales en Italia

Silvio Berlusconi sigue siendo una molestia en Italia. Las disputas legales del ex primer ministro están amenazando la existencia del gobierno de Letta, sacudiendo los mercados y poniendo en peligro las ya débiles perspectivas de crecimiento del país.

Tras perder el último recurso que presentó, Berlusconi comenzó su inevitable salida de la política. Pero sus amenazas de retirar el apoyo de su partido al gobierno pusieron de manifiesto que sigue siendo una fuerza con la que hay que lidiar. En primer lugar, insistió en que la coalición de gobierno debería cumplir su promesa electoral de eliminar el impopular impuesto sobre la vivienda habitual. Además, busca eludir su expulsión del Parlamento, (ya que ha sido condenado por fraude fiscal).

Finalmente, el impuesto a la vivienda será sustituido por otro sobre los servicios que recaudarán las autoridades locales. El acuerdo no debería tener ningún impacto económico importante, pero da al partido de Berlusconi una herramienta propagandística. El tema de la expulsión parlamentaria es más complicado. Los comentarios sobre una amnistía están creciendo.

El acuerdo para acabar con el impuesto sobre la vivienda no debería tener un impacto económico importante

Las últimas noticias han provocado un aumento de la rentabilidad italiana, elevando los costes de financiación para las empresas, y disuadiendo a los inversores internacionales.

Sin embargo, los italianos están acostumbrados a tener gobiernos débiles. El país se está beneficiando hasta ahora tanto de la recuperación global como de la disminución de las consecuencias de la austeridad del ex primer ministro Mario Monti. Debería salir de la recesión a finales de este año. La confianza empresarial está en su nivel más alto desde 2011.

Pero nada de lo que la coalición está haciendo se acerca a la solución de los problemas reales de Italia; una rígida economía poco competitiva, un crecimiento históricamente bajo, y una asfixiante deuda pública. Los partidos que están en el poder no parecen tener ningún interés por las reformas. Italia está destinada a perder terreno ya que otras economías periféricas han abordado sus problemas de forma más seria.

La salida de Berlusconi podría facilitar la renovación política y el consenso necesario entre los partidos para llevar a cabo una reforma seria. Por ahora, él está vivo y coleando.

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