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Llega el Wiki-Parlamento

Internet ha transformado por completo los medios de producción, distribución y comunicación, pero su impacto todavía no se ha dejado sentir del todo en la organización política de las sociedades. Por poco tiempo. Finlandia está impulsando un sistema de colegislación popular que puede abrir el camino para el WikiParlamento del siglo XXI.

Como en otros países, la iniciativa popular permite en Finlandia recoger firmas para que se legisle sobre una materia. Pero ese modelo de participación ciudadana se está transformando en Finlandia, gracias a Internet, en un proceso legislativo abierto, colectivo... y a la postre incontrolable para las estructuras parlamentarias tradicionales. Era previsible en un país que, junto a Suecia y Dinamarca, lidera el ranking europeo de hogares conectados a Internet con banda bancha (87% frente al 67% en España o el 72% de media en la UE, según datos de Eurostat).

Antes de Internet, esa oportunidad de colegislación popular probablemente solo hubiera sido accesible para una minoría de la población, con tiempo y recursos suficientes para dedicarse a una tarea tan complicada.

Pero la Red, como ya se ha comprobado en otras áreas (desde la wikipedia al crowdfounding o el software abierto) permite aglutinar el conocimiento y la dedicación de individuos que ni siquiera tenían contacto previo entre sí. Y esa suma facilita el avance de proyectos impensables en el mundo analógico de ayer.

En materia legislativa, el fenómeno ya tiene nombre: crowdsourcing, algo así como "acumulación de fuentes". Y según uno de sus promotores, Timo Vuorensola, "está aquí para quedarse, porque es un gran cambio en la forma de ver y organizar el mundo".

Los finlandeses se estrenaron con una proyecto de ley para prohibir la cría de animales para la industria peletera. Y después otro para permitir los matrimonios homosexuales. Pero la revolución empezó a calar del todo el mes pasado, cuando se alcanzaron (el 24 de julio) las 50.000 firmas requeridas para elaborar una nueva ley de copyright.

En esta tercera ocasión, con un tema tan sensible para los internautas, la participación ciudadana ha sido abrumadora: más de 1.000 personas (en un país con 5,4 millones de habitantes) han contribuido a redactar un proyecto de ley que, tras la verificación del ministerio de Justicia, llegará al parlamento de Helsinki antes de final de año.

Y el ritmo se acelera. Ya está en marcha otra ley que, bajo el significativo título de "Yes, we can", pretende tipificar como delito el espionaje de la vida privada de los ciudadanos, obligar a empresas y administraciones a informar sobre el uso que hacen de los datos personales y prohibir la extradición de las personas que, como Snowden, den la voz de alarma sobre violaciones de la privacidad.

Democracia 2.0 en el país de Linux

Por supuesto, el Parlamento de Helsinki tiene la última palabra y podría rechazar esos proyectos de ley, entre otras cosas, porque deberá comprobar su compatibilidad con las directivas comunitarias. Pero la presión popular, según los promotores, hará que los parlamentarios se lo piensen dos veces antes de bloquear las propuestas.

Más bien parece inevitable que el modelo legislativo de Finlandia se extienda a otros países porque, como señalaba recientemente Joan Subirats en El País, "ser demócrata hoy es exigir que la gente pueda decidir más directamente". Una exigencia que no parece satisfecha por el sistema democrático heredado del siglo XX.

"Los ciudadanos tienen el derecho a elegir a los gobiernos, pero en gran parte juegan un papel menor en la elaboración de leyes", señala Johnny Ryan en su historia de la Red (A history of the internet and the digital future, London, Reaktion Books, 2013). Pero, según Ryan, "en Internet están surgiendo herramientas nuevas que prometen una democracia más directa y participativa".

En España, aparte de la iniciativa popular reconocida por la Constitución, algunas administraciones ya han abierto canales virtuales para la participacion ciudadana, aunque en general se limitan a brindar la posibilidad de opinar, protestar o consultar, sin repercusión directa en el proceso legislativo. En el peor de los casos, esas páginas web incluso se convierten en un escaparate de propaganda del Gobierno de turno, más próximas a la publicidad institucional al uso que a la colegislación a la finlandesa.

Much más interesantes parecen propuestas como la página ¿Qué hacen los diputados? que permiten un seguimiento muy detallado de la actividad del Congreso de los Diputados. O El Boe nuestro de cada día, empeñada en desentrañar la letra pequeña de una publicación que puede hacer y deshacer fortunas con mucha más rotundidad que un programa electoral.

Ryan recuerda en su libro, publicado por primera vez en 2010, que los precursores de ideas similares en EE UU acabaron admitiendo que el interés de la ciudadanía en escrutar la vida parlamentaria tiene un límite. "Aunque suene cínico", le dice a Ryan el fundador de GovtTrack, "el mundo es muy complicado y tiene lógica que elijamos a unos representantes encargados de tomar decisiones, para no tener que leernos leyes de 500 páginas".

Pero Ryan añadía que "cuando uno piensa en el nivel de complejidad de los millones de códigos que hay detrás del sistema operativo [abierto] Linux, también parece posible que se pueda llegar a un análisis colectivo y exhaustivo de la futura legislación". Tres años después de esas palabras, el deseo de Ryan empieza a materializarse en Finlandia. El mismo país donde nació Linus Torvald, el creador de Linux.

Foto: Palacio del Gobierno en Helsinki (B. dM., abril 2011).

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