El economista escocés
A día de hoy, es el presidente de la firma de auditoría, asesoramiento fiscal, legal, financiero y de negocio KPMG en España y también el presidente del consejo de supervisión de la compañía en India, pero a partir del mes de octubre asumirá mayores responsabilidades. John M. Scott, nacido el 18 de febrero de 1962 en Johnstone (Escocia), acaba de ser nombrado vicepresidente global y presidente de KPMG en EMEA (Europa, Oriente Medio y África), lo que, según él, supone un reconocimiento a la labor del equipo en España, así como una muestra de la globalidad de sus clientes. KPMG, una de las big four mundiales, solo en España cuenta con más de 2.700 profesionales, repartidos en 16 sedes, con un enfoque sectorial muy claro.
Scott, forofo del Atlético de Madrid y habitual del gimnasio a las 07.30 de la mañana, se muestra muy satisfecho con sus nuevos cargos: “Tras años trabajando en Europa, Latinoamérica y, más recientemente, en la India, estoy muy ilusionado con las grandes oportunidades que la firma tiene en un entorno de cambio donde los mercados son cada vez más dinámicos”. Representará a esta red global en 156 países.
Este Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Glasgow y firme defensor del aprendizaje continuo, la reinvención profesional y el trabajo en equipo vive desde hace 28 años en España, país al que considera su casa, y tiene una larguísima trayectoria profesional: ha sido miembro del consejo global de KPMG como lead director (consejero principal), del consejo de KPMG en EMEA, del consejo iberoamericano y de KPMG Europe LLP.
Conciliador y directo, John Scott ha ejercido también como presidente del comité de gobierno y miembro del comité de nominaciones y remuneraciones del consejo global de KPMG. No hay duda de su buen conocimiento sobre la situación empresarial en un entorno tan global y complejo como el actual; dice que los entornos cambian constantemente y hay que saber sacar partido de cada situación. Scott cree que el hecho de que España pertenezca a la UE le da muchas ventajas y está convencido de que la calidad de dirección del ejecutivo español es una de las mejores del mundo.
El próximo vicepresidente global y presidente de KPMG en EMEA tiene mucha presencia en diversos organismos de referencia en nuestro país: representa a su empresa en el Instituto de Estudios Económicos, es presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales, miembro de la junta directiva de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), y también es non-executive director de la Embajada británica.
Este profesional, cuyos viajes de trabajo le han llevado a vivir terremotos y a quedarse incomunicado más de una vez por causa de nevadas, es miembro del consejo de acción empresarial de CEOE, socio del Círculo de Empresarios, miembro del Capítulo Español del Club de Roma, vocal de la Fundación de Estudios Financieros, así como miembro de la junta directiva de la Real Asociación Amigos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. De hecho, la mayor parte de su tiempo de ocio la dedica al arte, la música y la cultura, además de viajar con su mujer, Carmen.
Scott, que es miembro del Institute of Chartered Accountants en Escocia, del Registro Oficial de Auditores de Cuentas de España y del consejo profesional de Esade, se rebela contra la jerarquía tradicional, ya que puede optar por la propuesta de un júnior antes que por la de un sénior, siente fascinación por las iniciativas novedosas y está abierto a escuchar alternativas a aquellas decisiones que él mismo propone. “Considero que es importante anticiparse al cambio, tener visión”, y puede presumir de ello, ya que sus allegados dicen que esa es una de sus mayores virtudes.
Quienes le conocen dicen que es muy exigente, especialmente consigo mismo. También le describen como muy cooperativo y muy leal con sus colaboradores. Según él, la clave del éxito es disfrutar con lo que se hace. En alguna ocasión ha dicho públicamente que se tiene que seleccionar a la gente por sus cualidades personales, no por su expediente académico. Sostiene que en KPMG Inglaterra descubrieron que, después de 10 años de contratar a personas con formación académica distinta a la que encaja con un determinado puesto, estas se desenvolvían mejor en su trabajo por el hecho de haber desarrollado habilidades diferentes.
El padre de este escocés trabajaba como ingeniero aeronáutico. Por este motivo, la familia pasaba largas temporadas en Madrid, ciudad con la que todos estaban encantados. Aun así, Scott dice echar de menos los fines de año en Escocia y no permite que nadie entre en su casa un 31 de diciembre con las manos vacías porque, siguiendo la tradición celta, da mala suerte.