Siemens necesita un nuevo consejero delegado
Peter Löscher tuvo que admitir la semana pasada que su estrategia a medio plazo ha quedado por los suelos. Igual que su credibilidad. Tras una serie de advertencias sobre sus resultados y otras meteduras de pata, es hora de que el consejero de Siemens se marche. Las pocas cosas que ha hecho bien en sus seis años de mandato suenan a poco en comparación con las muchos en las que se equivocó.
Cuando llegó a Siemens, la compañía se vio envuelta en un escándalo de corrupción potencialmente letal. Löscher lo manejó bien, dinamizó las operaciones y aumentó la rentabilidad. La adquisición de Invensys Rail en 2012, la reciente venta de una participación en Nokia Siemens Networks, así como la escisión de Osram, pueden considerarse como éxitos suyos.
Pero estos se quedan pequeños en comparación con los problemas fundamentales en las operaciones, y la incapacidad de Loescher para solucionarlos. La mala rentabilidad se está extendiendo por la empresa. Las cosas empezaron a ir mal en 2011, cuando el foco de Loescher pasó de la reestructuración al crecimiento. Las ventas de Siemens se incrementaron entonces hasta los 70.000 millones de euros y él fijó un objetivo de ingresos de 100 millones de euros. Así comenzó una costosa carrera hacia el crecimiento, que ha debilitado la disciplina de costes y los márgenes.
Las cosas empezaron a ir mal en 2011, cuando Löscher empezó a poner el foco en el crecimiento
Después de que el margen de operación disminuyera hasta el 9,2% en 2012, Löscher abandonó sus ambiciones de crecimiento y dirigió su atención al control de costes. Se comprometió a elevar el margen hasta al menos el 12% en 2014 y reiteró el objetivo en mayo, a pesar de la reducción del pronóstico de beneficios para 2013. El pasado jueves, tuvo que admitir el fracaso. Echar la culpa a las “menores expectativas del mercado” no es convincente.
La última advertencia sobre sus resultados subraya una lamentable incapacidad para cumplir, lo que pone la credibilidad de una de las corporaciones más grandes de Alemania en la cuerda floja. Una cara nueva en la dirección es la mejor forma de restaurar la confianza.