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Columna
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La autoflagelación fiscal en Grecia

El Fondo Monetario Internacional (FMI) le ha dado una patada a la austeridad en Grecia. El prestamista de Washington admite que calculó mal los efectos de apretar de forma agresiva el cinturón en materia fiscal en el país mediterráneo. Como resultado, el organismo será más reacio a imponer estas medidas a los ciudadanos de los estados afectados por la crisis. Eso probablemente significa más sacrificio en el futuro para los acreedores.

El ejército de economistas del FMI esperaba que la economía helena se contrajera solo un 5,5% entre 2009 y 2012. La cifra real fue más de el triple. La principal responsabilidad, según el FMI, fue de los prestamistas oficiales que insistieron en hacer recortes poco realistas en el gasto público y en aumentar los impuestos. Además, fueron reticentes a a amortizar la deuda privada.

El mea culpa, que destapó ayer el Wall Street Journal, da un paso más en el rechazo de la austeridad por parte del FMI. Solo el año pasado, este advirtió que el ajuste fiscal había infligido más daño en el crecimiento de lo que se pensaba –el llamado multiplicador fiscal. Más recientemente, el FMI ha estado advirtiendo a los Estados Unidos y al Reino Unido de que corren el riesgo de que su crecimiento descarrile al tratar de reparar las finanzas públicas con demasiada prisa.

La contracción de la economía helena fue el triple de lo calculado por los economistas del FMI

En el futuro puede que sí que haya una mayor implicación para otros rescates. Al poner de relieve el efecto nocivo de los recortes agresivos, el FMI debería dirigirse hacia políticas más favorables al crecimiento. También tendrá que hacer hincapié la necesidad de que los tenedores de bonos soporten una carga mayor.

El FMI ha sido criticado durante mucho tiempo por promover la rectitud fiscal a cualquier precio. Reconocer las limitaciones de esta política es un paso importante. El verdadero desafío es asegurarse de que los pecados del pasado no se repitan.

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