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Columna
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Un poco de ayuda por parte de Berlín

Alemania quiere ayudar a las empresas de las economías periféricas, que se enfrentan a restricciones crediticias por la alta rentabilidad de los bonos soberanos y a unos bancos con aversión al riesgo. Ayudar a las pequeñas y medianas empresas debería contribuir a contrarrestar las críticas, tanto dentro como fuera del país, de que Berlín ha sido demasiado entusiasta con la austeridad. Y lo hace sin poner demasiado dinero en riesgo.

En la primera parte del plan, Alemania aportará 800 millones de euros mediante su banco estatal de desarrollo, KfW, que los traspasará a su homólogo español, el ICO. Este lo dará a los bancos españoles y, a través de ellos, a las empresas necesitadas. Los baratos costes de financiación del KfW –la rentabilidad de sus bonos a cinco años se sitúa a unos 270 puntos básicos por debajo de los del ICO– deberían llegar a lo largo del proceso al prestatario final.

La fuerza de este plan es su facilidad y su bajo riesgo: es poco probable que el ICO vaya a la quiebra. España probablemente lo garantizaría, aunque esa es también su debilidad. El esquema deja el riesgo del crédito a las pymes, al ICO y a los bancos españoles, por lo que depende de ellos la concesión o no de nuevos préstamos.

Alemania espera que el plan de ayuda a pymes pueda replicarse algún día en Grecia y Portugal

El segundo esquema planteado parece más atrevido, pero los detalles son vagos y su tamaño es menor. El KfW invertirá 200 millones de euros en dos fondos que proporcionarán a las pymes capital social y subordinado, canalizando los fondos directamente hacia ellos.

Alemania espera que el plan pueda replicarse algún día en países como Grecia y Portugal, una vez que estos hayan puesto en marcha sus propios minibancos de desarrollo.

La zona euro debería tener una de estas instituciones a nivel multinacional, siguiendo el modelo del Banco Europeo de Inversiones. Una opción sería emplear parte de los fondos no utilizados del MEDE, el fondo de rescate de la Unión Monetaria, que parece innecesario tras la promesa de Mario Draghi de hacer “lo que sea necesario” para salvar al euro. Alemania está en el camino correcto. Solo tiene que pensar a lo grande.

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