Bionure amenaza con marcharse a EEUU por la imagen de España
El consejero delegado de la biotecnológica Bionure advierte de que por falta de inversores y ayudas públicas en España puede trasladar la empresa Silicon Valley. Desarrolla una patente del CSIC y del Hospital Clínic contra la esclerosis múltiple.
Un proyecto pionero totalmente español para un fármaco contra la esclerosis múltiple está a punto de morir. Así al menos lo asegura Albert G. Zamora, consejero delegado de Bionure, la empresa que lo desarrolla. Quizá su última oportunidad es llevar su innovación a EE UU.
“O conseguimos dos millones de euros antes de fin de mes o el proyecto se paraliza”, aseguraba Zamora el pasado viernes en el Foro España Innova, un evento organizado por Nueva Economía Fórum con el patrocinio de El Corte Inglés y la Fundación Ramón Areces. La empresa ha levantado hasta ahora 1,5 millones de euros, fundamentalmente de inversores privados, entre los que se encuentran las familias Prous, Reig Jofré (del laboratorio del mismo nombre), Uriach (del grupo Uriach) y Monràs (ligados a Banco Sabadell).
Los planes de la compañía pasan por comenzar este año con los ensayos clínicos hasta terminar la fase II (con pacientes) a finales de 2016, cuando se vendería el fármaco o la empresa a una gran farmacéutica que llevaría el medicamento hasta el mercado. Bionure necesita 7 millones de euros a corto plazo y hasta 15 millones de euros para llegar a la etapa final, en diferentes procesos de ampliación de capital. “Estamos a punto de llevarnos la empresa a Silicon Valley, pero para que no ocurra tienen que cambiar cosas en España. Si no cambian, nos acabaremos yendo”, amenazó. La firma ya tiene una delegación en ese enclave californiano.
“Lo que llega de España es corrupción y paro, y así es difícil atraer a inversores”
“Atraer financiación tradicional cuesta, pero conseguir inversores en el extranjero con la imagen de país que estamos dando lo dificulta aún más”, aseguró. Explicó que la empresa se ha reunido con 120 inversores internacionales, pero las puertas se cierran en cuanto se explica que la biotecnológica es española. “Lo que llega de España es corrupción, paro y malestar social, y así es muy difícil convencer a los inversores para que apoyen proyectos de investigación”.
Además, apunta a varios problemas en el país para conseguir nuevos fondos. El primero, la reticencia de los inversores a la biotecnología por desconocimiento y por el riesgo que conlleva el fracaso de los ensayos. “El dinero es cobarde y falta un caso de éxito en España”. Eso a pesar de la alta rentabilidad del sector. En este caso, “con 15 millones de euros se puede conseguir un retorno de 600 millones”, aseguró. También achacó a la Administración un mal diseño de las ayudas para este tipo de empresas con alto riesgo y sin ingresos, además de haber castigado con los recortes “a un sector innovador como el farmacéutico”, que debería ser el cliente final del fármaco de Bionure.
La molécula, conocida como BN101, fue desarrollada por Pablo Villoslada, cofundador de la empresa, gracias a una investigación del Hospital Clínic y el CSIC. Tiene un efecto neuroprotector para enfermedades neurogenerativas, como la esclerosis o el glaucoma, a diferencia de los inmunomoduladores actuales (como el interferón). Compañías como Biogen, de EE UU, también trabajan en esta línea de investigación.