El consumo de carburante subió en abril por primera vez desde 2008
La recaudación por hidrocarburos creció un 5,7% en el primer cuatrimestre España tiene una de las fiscalidades más laxas de la UE en materia de carburantes
El consumo de carburantes es un termómetro ideal que refleja si los hogares y las empresas gastan o dejan de gastar en función de sus cuentas y de sus expectativas. En abril de 2008, las ventas de gasolina y gasóleo tocaron máximos históricos llegando a los 2.747 kilotoneladas. Desde esa fecha, el consumo ha caído en picado, perjudicado por el paro, la falta de actividad, el recorte del gasto público, la subida de impuestos y la falta de expectativas. El de carburantes ha bajado un 22,7% entre abril de 2008 y abril de 2012, con un descenso del 30% para la gasolina y del 22% para el gasóleo, que ya representa al 88% del parque de automóviles que se desplaza por las carreteras españolas.
Desde que se inició la crisis, los conductores cambiaron sus hábitos: se utilizaba el coche a principio de mes y se dejaba en el garaje a finales de mes cuando ya el dinero escaseaba. Eso en el caso de los ocupados, porque los desempleados optaron por no utilizarlo para tratar de conservar la economía familiar. Los atascos kilométricos para entrar y salir de las grandes ciudades han disminuido sensiblemente y esa caída del consumo es la principal explicación.
Abril de 2013 puede representar el punto de inflexión. El consumo de carburantes de automoción ha crecido un 0,6% en abril, lo que supone el primer crecimiento interanual en cinco años y un primer indicio de que se puede haber tocado fondo en la caída. Un principio de recuperación que puede verse truncado si el Ejecutivo español opta por elevar la fiscalidad de los hidrocarburos en el primer trimestre de 2014, tal y como le ha solicitado Bruselas en las recomendaciones sobre el Plan de Reformas a cambio de concederle dos años más de plazo para llevar el déficit público al 3%.
España tiene una de las fiscalidades más bajas sobre los hidrocarburos de la Unión Europea. El 50% del precio de venta al público de la gasolina y el 45% del gasóleo son impuestos, frente al 57% y al 50% de la media europea. Bruselas ha pedido que se armonicen los tipos, lo que supondría un encarecimiento medio del 7,5% por cada litro de carburante, siempre y cuando los precios del crudo se mantengan estables en el entorno de los 100 euros. Cualquier repunte del barril de Brent, de referencia en Europa, provocaría un encarecimiento mucho mayor.
El Ejecutivo descarta por ahora aumentar los impuestos y cuenta con un margen de diez meses para tomar una decisión. Por ahora la estrategia se centra en redoblar los esfuerzos para introducir competencia en el sector y en vigilar las practicas de las petroleras a la hora de imponer tarifas. El ministro de Industria, Turismo y Energía, José Manuel Soria, las ha acusado directamente de tener unos márgenes excesivos de beneficio y de pactar precios. Buena prueba de ello es que a principios de esta semana inspectores de la Dirección de Investigación de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) llevaron a cabo inspecciones en varias compañías operadoras de productos petrolíferos y en una asociación sectorial, bajo la sospecha de que se estuvieran produciendo posibles prácticas anticompetitivas.
El Gobierno confía en que el repunte del consumo se asiente y que este tenga efectos beneficiosos sobre los ingresos fiscales. Ese impacto ya se ha notado en el primer cuatrimestre de este año, en el que la recaudación por hidrocarburos ha crecido un 5,7% hasta llegar a los 3.117 millones, lo que supone el 11% de los ingresos por impuestos indirectos