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Columna
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(Des)unión bancaria

La zona euro parece estar abocada instaurar un nuevo supervisor para los grandes bancos a principios del próximo año. ¿Servirá de algo? Una reciente disputa entre Alemania y el Banco Central Europeo sobre cómo desmantelar los bancos obsoletos en el futuro ha generado dudas.

El BCE, la mayoría de los estados miembro, y los académicos argumentan que la unión bancaria necesita una autoridad de resolución supranacional independiente, respaldada por un fondo central. Dejar la resolución bancaria a las autoridades locales alentaría la interferencia política, socavaría la capacidad del regulador para reformar los bancos débiles, y haría más difícil actuar en el caso de las grandes entidades. Además, el BCE podría ser receloso a la hora de recortar los préstamos de emergencia a los bancos insolventes si no hay un esquema de resolución realmente eficaz, lo que podría minar su independencia.

Alemania alega que un órgano de resolución central se enfrentaría a desafíos legales, por lo que tendría que estar respaldado por los tratados europeos. Berlín propuso una solución provisional que consiste en crear una red de autoridades nacionales de resolución. Puede que no sea lo ideal dado que los ejemplos de coordinación efectiva en situaciones de resolución bancaria no son frecuentes.

El argumento alemán puede ser tan político o económico como estrictamente legal. Angela Merkel se cuidará de incurrir en una deuda potencial en un año electoral. Se supone que el fondo de resolución estará financiado por los bancos en los próximos años, no por los gobiernos, pero que de inicio necesitará capital público.

En teoría, la resolución bancaria no tiene por qué ser tan cara. Sus costes se pueden reducir si se establece un claro marco de recapitalización y si las entidades se someten antes a rigurosos test de estrés. También es cierto que las decisiones y acciones del organismo deberían ser legalmente herméticas. La proliferación de demandas podría amplificar la próxima crisis.

La discusión es un golpe para el BCE, que había contado con el sindicato bancario para ayudar a restaurar las operaciones transfronterizas. La zona euro tendrá su unión bancaria, pero podría tardar en llegar, ser legalmente cuestionable, o solo parcialmente eficaz. Como la zona euro en sí, seguirá siendo un trabajo en proceso.

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