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El Foco
Tribuna
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Vivir en un maratón

Cansancio, malestar, desgaste. Expresiones del tipo a ver si pasamos esto o no puedo más se escuchan con frecuencia entre los corredores de maratón, pero también en las oficinas. Muchos empleados de nuestras compañías que, después de cinco años y a pesar de la suerte de poder trabajar, se están enfrentando en sus organizaciones a situaciones complicadas a diario.

Probablemente haya alguna relación entre este último fenómeno y la actual fiebre de inscripciones en las carreras populares que se celebran en todas las ciudades de Occidente.

¿Será que correr –y sufrir corriendo– permite afrontar mejor los avatares del trabajo? ¿Está alineado con la necesidad de estar preparados mental y físicamente para el día a día? Si fuera así, y haciendo un símil del maratón con la carrera laboral, ¿es posible estar motivado si no sabemos cuánto queda para la meta? O mejor, ¿cómo reaccionar cuando cada año nos cambian la meta de lugar?

¿Es posible estar motivado si no sabemos cuánto queda para la meta o nos la cambian de lugar cada año?

Todos corremos este tipo de pruebas o tenemos amigos y compañeros que están enganchados. Contemplamos asustados los domingos desde la televisión cómo ese esfuerzo titánico les genera tanta alegría y satisfacción: maratón, triatlón, carrera del desierto, Ironman...

En el mundo empresarial, y un quinquenio después de haber empezado la carrera de la crisis, es posible distinguir tres perfiles de empresas fondistas:

- Empresas sin conocimiento de la distancia. Organizaciones que apenas llegaron a los 10 kilómetros. Estaban preparadas para aguantar dos o tres años. Son compañías que ya no existen, que no han podido aguantar ni mental (personas inadecuadas y equipos poco profesionales) ni físicamente (tensiones de tesorería o mucho apalancamiento). Ni tan siquiera llegaron a completar el medio maratón. Concurso de acreedores, liquidaciones, venta, etcétera. No sabían la ruta ni estaban preparados, poca diversificación, concentración de las ventas, equipos débiles. En definitiva, calzado inapropiado y falta de preparación para la prueba a superar.

- Empresas filípides, es decir programadas para los 42 kilómetros y gracias. Cinco años después lo están pasando mal, han apretado mucho y luchado hasta la extenuación pensando en esos 42 kilómetros. El cansancio hace mella, han tenido que reestructurar mucho y mentalmente no ven la meta ni botellas de agua en forma de financiación que les permita salvarse. Estaban bien preparadas para cuatro o cinco años, pero no para llegar de sobra a la meta. En esta situación hay muchas y las esperanzas de salvarse en 2014 cada vez son más complicadas. Las piernas empiezan a fallar, la vestimenta es adecuada pero la mente comienza a claudicar y los equipos muestran señales de fatiga total. Están empezando a rozar, como el soldado griego, la muerte profesional por cansancio.

Las jóvenes promesas se incorporan con aires renovados y aportan oxígeno a las empresas agotadas

- Empresas con corona de laurel, es decir, preparadas para realizar los 42.195 kilómetros y más, dispuestas a ganar y con espíritu de vencer. Están en tiempos récord, saben que llegarán, luchan por los primeros puestos y no se limitan a correr solo en maratones nacionales. Durante la carrera tienen tiempo para observar, para disfrutar del paisaje y de la ruta. Piensan ya en la siguiente carrera, quizás más corta, a lo mejor más llana, tal vez diferente. Su vestimenta es perfecta y adaptada a la situación, dosifican y llevan consigo todo el instrumental necesario.

¿Y qué sucede con las jóvenes promesas (start-ups) que se apuntan al maratón? Algunas se están inscribiendo en otras latitudes. Otras, abandonando la idea de crear algo, se están incorporando con aires renovados a empresas que están ya en la carrera y están portando oxígeno y botellines de agua muy necesarios a corredores nacionales ya agotados. Finalmente, unos pocos que tienen la idea y la ilusión no encuentran los sponsors necesarios para incorporarse a la carrera en solitario.

Lo que está claro es que todos estamos en la misma carrera (nos guste o no), que el maratón está ahí y que está para quedarse. Existen siete claves para afrontar mejor este particular maratón empresarial:

- Fuerza mental: evitar caer en la negatividad del momento, en el contagio de la gente cansada o en la generadora de mal ambiente.

- Buen estado físico: conocerse a uno mismo, saber y conocer los límites y esforzarse al máximo dosificando esfuerzos.

- Visión a corto plazo: es necesario ir kilómetro a kilómetro, disfrutar de cada momento de la carrera. No hay que pensar en el final ni en lo que queda, solo disfrutar del presente.

- Cero quejas: evitar discusiones absurdas, es inútil protestar a los jueces o, lo que es lo mismo, ver el lado malo de la compañía, del sector o de los compañeros.

- En equipo: buscar apoyos, evitar quedarse solo y apoyarse en los compañeros que en cada momento van contigo.

- Flexibilidad: es necesario ser muy rápidos en los cambios de ritmo, en las transformaciones organizativas y de negocio. Hay que superar todos los obstáculos de la carrera, por muy duros que sean.

- Optimista: es lo que nos ha tocado vivir, así que disfrutemos al máximo de la experiencia.

En definitiva hemos pasado de vivir un carnaval a vivir un maratón sin distancia conocida. Así que, disfrutemos del paisaje y miremos al futuro con esperanza.

Luis Soler Vázquez-Guillén es partner de Odgers Berndston 

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