Al frente del circo político italiano
Tras 60 días sin Gobierno, el joven político democristiano se postula como un candidato serio para liderar una Italia cuya economía no para de contraerse y amenaza al euro.
¿Quién no recuerda aquel anuncio televisivo de un a priori modesto, pero en definitiva moderno coche, expresamente diseñado para que lo condujese un emancipado JASP? Si alguien mereciese en estos días aparecer en aquel memorable espacio publicitario como un joven aunque sobradamente preparado (de las iniciales de estas cuatro palabras viene lo de JASP), ese sería el recién propuesto primer ministro italiano, Enrico Letta (Pisa, 1966) que, con 46 años, está cerca de convertirse en el jefe de Ejecutivo más joven de Europa. Y el flamante coche (ahora una renqueante tartana) se podría asociar a la monumental Italia que, tras 60 días esperando a un dirigente, corre descontrolada por la pendiente de la ingobernabilidad amenazando, de paso, la inestable integridad del euro.
Con una economía que se contrajo, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística italiano (Istat), un 0,9% en el último trimestre de 2012, y que acumula un 2,8% de galopante retroceso en la variación interanual del producto interno bruto (PIB), Letta ha sido nominado por Giorgio Napolitano, el reelegido presidente italiano de 87 años, para que se siente al volante de la tercera economía de la zona euro e intente enderezar un rumbo que la fracturada sociedad italiana (y europea), harta de caprichosas intrigas palaciegas, lleva tiempo demandando. Figurativamente, no dista mucho esta imagen con la de un tranquilo Letta conduciendo su monovolumen de camino al colegio y con sus tres hijos pequeños dando guerra en el asiento de atrás.
Italia está en recesión desde mediados de 2011 y no se prevé que vuelva al crecimiento hasta, como pronto, la segunda mitad de este presente año. A eso se añade el hecho de que la agencia evaluadora Fitch acaba de recortar la calificación soberana del país al escalón del BBB+. Ante la harto extravagante situación política y amenazadora estabilidad económica en la que está inmerso el país transalpino, Napolitano ha querido ofrecer una imagen de normalidad, trabajo y esforzada disposición al compromiso con la elección de Letta.
Parece que lo tuvo claro el experimentado presidente, ya que solo necesitó un día de consultas y una noche de reflexión para proponer a su candidato: “Tengo plena confianza en los esfuerzos de Enrico Letta y confío en su éxito, que será indispensable ya que no hay alternativa”, sentenció tras conocerse su elección, avisando a algunos dirigentes políticos (entre ellos el camaleónico Berlusconi y el estridente Grillo), de quienes se intuye que se van a tomar su tiempo en dar el visto bueno al hasta ahora vicesecretario del Partido Democrático (PD) italiano y hombre de confianza del defenestrado candidato del centroizquierda Pier Luigi Bersani. Tampoco parece que vaya a influir mucho en la decisión de Berlusconi el hecho de que Letta sea un confeso hincha del Milan AC, del que el empresario es dueño.
Pero, como todo el mundo se puede imaginar, no es solo el coche lo que define a un joven sobradamente preparado. Hay que demostrar, como Enrico Letta, haber adquirido otra serie de capacidades que le hagan valedor de la confianza de los mayores (nunca mejor dicho en la casi geriátrica política italiana). Una sólida preparación, idiomas y dilatada experiencia laboral (y política) son la tarjeta de visita de este toscano, que cursó la enseñanza obligatoria en Estrasburgo, se licenció en Ciencias Políticas en su ciudad natal y, con 25 años, se doctoró en Derecho de la Unión Europea.
A pesar de su juventud (ha sido el ministro más precoz de la historia de la República Italiana), posee también gran experiencia política. Comenzó su andadura en las filas de Democracia Cristiana y, tras doctorarse, asumió la presidencia de las juventudes del Partido Popular Europeo, lo que le llevó a ser vicesecretario del Partido Popular Italiano en 1997. Eso hizo posible que Massimo D’Alema le pusiese al cargo de la cartera de Políticas Comunitarias y después de Industria y Comercio, un puesto que mantuvo en el Gobierno de Giuliano Amato. El mismo año de su fundación, en 2007, saltó a las filas del Partido Demócrata a pesar de ser sobrino de Gianni Letta, mano derecha de Berlusconi en el Pueblo de la Libertad (PDL) y ahora, otra vez estabilizada su carrera y tras inmolarse Bersani, su extenso currículo parece ser el adecuado para poner algo de seriedad en el circo político italiano.