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El Ecofin considera que se puede cerrar de nuevo el mercado mayorista para la banca

Bruselas teme que el efecto del caso chipriota reabra la crisis del euro

Cree que las reverberaciones del caso chipriota pueden desestabilizar de nuevo la zona euro y su sector financiero

Fotografía facilitada por el Gobierno de Irlanda del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (c), estrechando la mano del ministro de Finanzas irlandés, Michael Noonan (d), durante la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) en Dublín, Irlanda el viernes 12 de abril de 2013.
Fotografía facilitada por el Gobierno de Irlanda del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (c), estrechando la mano del ministro de Finanzas irlandés, Michael Noonan (d), durante la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) en Dublín, Irlanda el viernes 12 de abril de 2013.- (EFE)

El riesgo de una sacudida bursátil y financiera en las próximas semanas o meses dominó la reunión en Dublín el pasado viernes y sábado del consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin), cita que se preveía tranquila y terminó con graves tensiones entre los socios.

Los ministros constataron con preocupación que el desguace del sector financiero de Chipre ha dañado la imagen de la banca europea. En particular, la de los llamados países vulnerables, entre los que figura España. Pero no solo: la amenaza se extiende al resto del la zona euro. Y lo que resulta más inquietante aún: Bruselas teme que los daños colaterales se agraven con el tiempo si no se aclara con rapidez el diseño de futuras reestructuraciones bancarias.

La recapitalización directa no será completa

El Ecofin de Dublín dio un impulso político a la recapitalización directa de la banca a través del MEDE (mecanismo europeo de estabilidad), una prioridad para los anfitriones irlandeses, que esperan acogerse de manera retroactiva a esa posibilidad y recuperar así una parte de los 30.000 millones de euros que Dublín inyectó en la banca del país.

La retroactividad, de momento, no está garantizada. Y en todo caso, el Ecofin del viernes y el sábado sentó definitivamente el principio de que las futuras recapitalizaciones del sector bancario de la zona euro serán cofinanciadas por el país de origen de las entidades (alrededor del 10%) y por el Mecanismo Europeo de Estabilidad (el resto), siempre y cuando se hayan agotado las otras vías de captación de capital (accionistas, deuda, etc.). Además, el MEDE solo intervendrá cuando la entidad disponga de un nivel de solvencia mínimo (cifrado en un capital de 4,5%), es decir, que el Gobierno de turno deberá arriesgar su propio dinero si se empeña en salvar a un banco insolvente.

El objetivo inicial era que el MEDE asumiera el 100%. Pero varios países, con Alemania al frente, desean mantener una participación de cada país para asegurar un incentivo a una supervisión nacional suficientemente estricta. De Guindos señaló, no obstante, que a medida que el BCE asuma la supervisión de las entidades, la posible participación de los Tesoros nacionales irá descendiendo.

Antes de asumir la supervisión, el BCE someterá este año a las entidades a un test de estrés para calibrar su situación. Y se espera que el MEDE pueda inyectar capital directamente a mediados de 2014. Pero los problemas heredados del período de supervisión nacional que se detecten o aparezcan más adelantes seguirán corriendo por cuenta de los Gobiernos respectivos.

El principal riesgo, según se puso de manifiesto en la capital irlandesa, no estriba en una fuga de clientes, a pesar de que en Chipre se ha sentado el precedente de que los depósitos de más de 100.000 euros pueden sufrir quitas en el caso de una debacle financiera. Fuentes del gobierno español aseguran que al menos en España no se ha detectado ningún movimiento en ese sentido.

Lo que teme Bruselas, en cambio, es que se cierren las puertas del mercado mayorista para las entidades financieras de la zona euro, como consecuencia de las repercusiones del caso chipriota y por las dudas del Gobierno alemán sobre el futuro de la unión bancaria.

Fuentes comunitarias advirtieron que no puede descartarse un recrudecimiento de las tensiones financieras como consecuencia de esa preocupación, que dejaría sin crédito internacional a una banca que empezaba a reducir su dependencia del Banco Central Europeo, cuyas líneas de liquidez la han mantenido en pie.

De momento, los datos ya confirman que la financiación de la banca europea se ha encarecido desde la quita impuesta a bonistas y depósitos en dos bancos chipriotas. Además, la cotización global de la banca europea ha caído más de 20 puntos desde principios de febrero, cuando el rescate de Chipre entró en su recta final.

Emergencia

Fuentes financieras, pendientes de la reunión de Dublín, confirmaron la inquietud de los inversores internacionales, que tras el caso de Chipre sopesan su presencia en la zona euro y, en particular, en el sector bancario. Una sensación de emergencia que también se palpó en las salas del castillo de Dublín, donde la presidencia irlandesa de la UE convocó a los ministros. Y a pesar de las divergencias que todavía persisten sobre el ritmo a seguir en la unión bancaria, el temor a una nueva crisis obligó a cerrar importantes acuerdos.

El Ecofin desbloqueó la creación del supervisor financiero único, pactó la cofinanciación (nacional y europea) de futuros rescates e incluso recuperó la creación de un fondo común de garantía de depósitos, un proyecto abandonado desde hace meses.

Entre los partidarios de acelerar el ritmo figuró el ministro español de Economía de Luis de Guindos, quien recordó en Dublín que “la unión bancaria se negocia entre los 27 socios de la UE pero es especialmente importante para los [17] miembros de la zona euro”. De Guindos reconoció que hasta que no se culmine el proyecto “es muy difícil que la Unión Monetaria funcione correctamente”.

Alemania, partidaria de pisar el freno, desea primero una reforma del Tratado de la UE antes de conferir las tareas de supervisión al Banco Central Europeo (BCE) y duda sobre la creación de un fondo europeo de resolución, por temor a su Tribunal Constitucional. Pero el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, aceptó en Dublín seguir adelante y se conformó con una declación del Ecofin, sin efectos jurídicos vinculantes, sobre la disposición de todos los países “a trabajar de manera constructiva en una propuesta de reforma del Tratado”.

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