El rescate de Chipre será el modelo que Europa aplicará a partir de ahora
Berlín y sus aliados endurecen las reglas del juego El tabú roto en la isla marca un giro en la gestión de la crisis financiera
El rescate de Chipre parecía una chapuza improvisada. Pero una vez pactado, se revela más bien como una operación perfectamente calculada por Berlín y sus aliados para endurecer las reglas de juego antes de estrenar la recapitalización bancaria directa a través del Mecanismo europeo de Estabilidad (MEDE).
Por primera vez, el desmantelamiento de una entidad (Laiki) y la reestructuración de otra (Banco de Chipre) supondrá pérdidas muy cuantiosas para todo tipo de inversores, desde los accionistas hasta los titulares de deuda de la máxima calidad (los llamados bonistas sénior) e, incluso, para los clientes con cuentas de más de 100.000 euros. Hasta ahora, los procesos de reestructuración, como el de la banca española, solo imponían pérdidas para los accionistas, los bonistas júnior (preferentes) y, claro, los contribuyentes. Bruselas aseguraba que no había otro remedio, porque una quita a los bonistas sénior equivaldría a una violación de las condiciones de emisión de sus títulos, lo que provocaría desencadenar una estampida de la inversión internacional.
Pero el tabú se ha roto en Chipre. Y el giro marca un endurecimiento en la gestión de la crisis financiera en la zona euro, cinco años después de que empezaran a derrumbarse los primeros bancos.
El presidente del Eurogrupo asegura que se ha terminado la asunción de riesgos a costa de otros
El presidente del Eurogrupo, el ministro holandés de Finanzas, se cuidó ayer de dejar claro que el modelo de autorrescate no será la excepción sino la norma. Y que los fondos públicos europeos, como los del MEDE, solo se utilizarán en casos extremos y para entidades solventes, sin problemas financieros heredados. “Debemos aspirar a una situación en la que nunca se llegue a plantear la recapitalización directa”, señaló Dijsselbloem en una entrevista con Reuters. “Si un banco no puede recapitalizarse”, añadió, “pediremos a accionistas y bonistas que contribuyan y, si es necesario, también a los depósitos no garantizados [por encima de 100.00 euros)]”.
Para el ministro holandés, firme aliado de su colega alemán, Wolfgang Schäuble, “se ha terminado la historia” de “asumir riesgos que no se pueden gestionar”. Y justificó el nuevo modelo de quitas “porque ahora que el fragor de la crisis ha pasado, ese es el planteamiento que debemos seguir”.
La UE ofrece ayuda contra el paro
La UE asumió ayer que las condiciones impuestas a cambio de un rescate de 10.000 millones de euros condenan a Chipre a una recesión económica brutal. Y se mostró dispuesta a colaborar con la isla para mitigar el impacto. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ofreció los recursos del futuro fondo contra el desempleo juvenil (dotado con 6.000 millones de euros a repartir entre toda la UE hasta 2020). Y José Manuel Barroso, presidente de la CE, pidió al resto de la países de la UE que inviertan en la isla porque “al tratarse de una economía pequeña, con muy poco dinero se lograría su recuperación”.
Las declaraciones de Dijsselbloem provocaron una inmediata caída de la Bolsa, ante la posible huida de los inversores del sector bancario. Varias delegaciones del Eurogrupo, entre ella la española, no ocultaban su enfado con Dijsselbloem e intentaron sin mucho éxito que matizara sus palabras para calmar los mercados.
El presidente del Eurogrupo se limitó a señalar en un comunicado que “Chipre es un caso específico (...) que ha requerido medidas de autorrescate”. Pero no añadió, como se hizo en el caso de la quita a la deuda pública griega, que el modelo no vaya a repetirse en el futuro.
El BCE mantiene la liquidez a la banca
El acuerdo de la madrugada del lunes para el rescate de Chipre evitó que el Banco Central Europeo (BCE) cumpliese anoche su amenaza de cortar las líneas de crédito que mantienen en pie a buena parte del sector financiero de la isla. El emisor no había dado nunca un ultimátum de ese tipo. El Consejo de Gobierno del BCE anunció ayer en un comunicado que había aceptado la petición del Banco (nacional) de Chipre de mantener la liquidez. Pero añadió en el mismo comunicado que “continuará vigilando la situación muy de cerca”, lo que parece confirmar las dudas sobre la aplicación efectiva del acuerdo del lunes.
De hecho, Alemania, Holanda y Finlandia, así como el BCE, llevan semanas presionando para que se anticipe la entrada en vigor de la directiva europea que prevé el autorrescate a base de pérdidas de todos los inversores. El proyecto legislativo, aprobado por la Comisión Europea a mediados de 2012, aplazaba a 2018 la participación potencial de los bonistas sénior en el rescate de un banco para dar tiempo a que expirase la deuda emitida con anterioridad al proyecto de ley. Berlín y compañía, sin embargo, quieren que esa obligación entre en vigor en 2015. Y el rescate de Chipre ha permitido precipitar el calendario, justo antes de que el BCE se convierta en el supervisor único de la zona euro y el MEDE asuma la posibilidad de inyectar capital en los bancos en dificultades.
Pero la decisión de imponer pérdidas generalizadas no tiene precedentes en la zona euro. Y sus consecuencias resultan tan imprevisibles que, por primera vez en la historia de la Unión Monetaria, Chipre tendrá que limitar la libre circulación de capitales para evitar que inversores y depositantes vacíen sus cuentas.
Las autoridades chipriotas negociaban ayer en Nicosia con la troika (CE, BCE y FMI) las condiciones de ese “corralito” nacional, que supeditará determinadas transferencias o retiradas de dinero a una autorización previa de la administración.
En Bruselas, el comisario europeo de Mercado Interior, Michael Barnier, mostró su esperanza de que la medida se aplique “durante unos días”. Pero nadie se atreve a augurar la duración de las restricciones, sobre todo, porque los bancos chipriotas ya llevan cerrados desde el 16 de marzo, a la espera de que se pactase el rescate. Hoy se espera que abran de nuevo las puertas, pero con estrictas limitaciones operativas, lo que puede provocar la ira de los clientes.
“El gran problema no es imponer controles sino retirarlos”, advertía ayer en un informe Raoul Raperel, de Open Europe, un centro de estudios muy crítico con la UE. Raperel recordaba que en Islandia, donde también se impusieron tras el colapso del sector financiero en 2008, todavía no se han levantado.
El “corralito” islandés, sin embargo, afecta solo a los depósitos de no residentes. En Chipre, sin divisa propia, la medida solo pretende contener una estampida que parece inevitable.
Berlín canta victoria en el Eurogrupo
“Hemos conseguido lo que siempre quisimos”, señaló el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, nada más concluir el Eurogrupo donde se pactó en la madrugada el rescate de Chipre. Y el objetivo de Berlín, añadió, no era otro que “un autorrescate (bail-in) que reduzca el sobredimensionado sector financiero chipriota”. El acuerdo del lunes, como el del 16 de marzo, exige reducir a la mitad el sector financiero de la isla antes de 2018. Pero a diferencia del primer acuerdo (abortado por el Parlamento de Nicosia), el segundo carga el coste de la reestructuración en los bancos, como deseaban Alemania, Holanda y Finlandia.