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Columna
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El supuesto para el cambio

Si Glencore no estuviese absorbiendo Xstrata, podría resultar fácil encontrar jactancioso su rendimiento relativo en el último año. Cuando giró el ciclo de metal, el comerciante de materias primas eclipsó a su socio de fusión. Esa diferencia establece el tono para la que será la tensa cultura ambigua de glencorización de Xstrata.

Ivan Glasenberg, el jefe ejecutivo de Glencore, fue públicamente cáustico sobre el descontrolado gasto de la minera, incluso antes de asumir los cargos por desvalorización de los terrenos no urbanizados y los bienes muebles adquiridos. Los resultados anuales de Xstrata incluyeron unos cargos por desvalorización de 978 millones de dólares en sus propias operaciones, además de otros 944 millones de impacto por inversiones en otras mineras. Glencore se vio sacudido fundamentalmente por los 1,2 billones de dólares de pérdidas en su inversión en el grupo ruso de aluminio Rusal.

Los cargos de Glencore y la consolidación del 34% que asume de Xstrata significó que ambas compañías vieron una caída del 75% en su beneficio antes de impuestos. Pero a nivel operativo, Glencore parece mucho más fuerte. Antes de estos hechos, el beneficio operativo de Glencore cayó solo un 6%, hasta los 3,3 billones de dólares, mientras que Xstrata cayó un 43%, a los 4,8 billones. La principal diferencia fue una actividad de negocio menos cíclica de Glencore, sobre todo en productos agrícolas.

Este vacío subraya cómo las grandes operaciones mineras de Xstrata van a diluir sus actividades de negocio. Las dos tienen culturas diferentes. Xstrata enfatiza la inversión y el crecimiento. Sus directivos están acostumbrados a dirigir proyectos a largo plazo y a disponer de los fondos. Glencore lleva a cabo sus propios negocios en minería para proveer de materias primas a su rama comercial. Ahora la cultura de Glencore va a prevalecer. Las acciones de Glencore, a 376 peniques, están todavía un 30% por debajo del precio de venta de 2011. Un ataque feroz a los gastos de capital puede ayudar a levantar el beneficio a corto plazo para unificar a los inversores IPO, especialmente después de un año de gran desembolso para ambas compañías. Pero Glasenberg debe tener cuidado. La minería es un negocio a largo plazo y una obsesión por el beneficio inmediato puede en última instancia hacer más mal que bien.

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