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Prevé abordar las relaciones sociales y el bienestar subjetivo (ser o no ser feliz)

El INE ensaya cómo medir la calidad de vida

El Instituto Nacional de Estadística (INE) está comenzando a ensayar distintas metodologías para tratar de medir la calidad de vida de la sociedad española en el periodo 2004-2012. La novedad es que van a tenerse en cuenta indicadores poco habituales como el bienestar subjetivo (si el encuestado considera que es o no feliz) o las relaciones sociales.

Cómo valora la educación que ha recibido? ¿Y su estado de salud? ¿Con qué frecuencia se reúne o contacta con familiares o amigos? ¿Es seguro el entorno en el que vive? Estas y muchas más preguntas poco convencionales son las que ha empezado a utilizar el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su intento por medir la calidad de vida de los españoles en el periodo 2004-2012. Todo un reto al que le resta un largo camino por recorrer, pero en el que toda Europa ha puesto su empeño, pues Eurostat, la oficina europea de Estadística, ha instado a los países de la UE a que propongan cómo llegar a un indicador de calidad de vida homologable a nivel internacional.

Los resultados de ese macroindicador permitirán estudiar aspectos de la sociedad que todavía no han sido suficientemente abordados como las desigualdades y las carencias, pero no solo en el plano económico, sino desde un punto de vista mucho más amplio, como son las relaciones sociales, la inseguridad o el bienestar subjetivo.

Según un análisis elaborado por el INE al que ha tenido acceso CincoDías, existen varias formas de medir la calidad de vida de una sociedad, pero el nexo de unión de todas ellas es que el asunto debe abordarse desde "una perspectiva multidimensional". Así, cuenta el mencionado documento, si se trata de medir el bienestar a partir de la cuantificación de las personas que están en una situación más desfavorecida en el nivel de ingresos, resultará que esa población se concentra mucho más en un ámbito rural. Pero si se entiende por desfavorecidos a aquellos que viven en peores condiciones materiales (entendiendo éstas como equipamiento del hogar), la conclusión es que se tratará de población urbana. "Si entendemos como pobres aquellos que se consideran como tales (pobreza subjetiva), aparecerán en gran medida personas sobreendeudadas o sometidas a un nivel de gasto superior al nivel de ingresos".

Esto es lo que demuestra que cualquier aproximación al problema de las desigualdades que pretenda analizar de una forma global a la sociedad, deberá hacerlo con una perspectiva multidimensional, ya que las desventajas o carencias pueden acumularse. Y es que puede ocurrir que las personas que viven en peores condiciones de seguridad sean además las que residen en un entorno menos saludable o tengan incluso las peores condiciones laborales o puede ocurrir que una dimensión negativa sea compensada por otra positiva.

Nueve tipos de hogares

¿Qué indicadores ha seguido el INE para tratar de medir la calidad de vida? La base es la encuesta de condiciones de vida que ya elabora este organismo, pero además ha optado por estudiar hasta nueve dimensiones: condiciones de vida materiales, trabajo, salud, educación, relaciones sociales, inseguridad, gobernanza y participación, entorno y bienestar subjetivo.

Y para que la muestra sea lo más representativa posible, se han considerado nueve tipos de hogar representativos del conjunto de la población. Con esta elección, el INE estima que se logra cubrir en torno al 85% de las familias posibles y algo más del 70% de las personas.

Así, de las respuestas recibidas se concluye que el 21,2% de los encuestados se considera en riesgo de pobreza (Eurostat define este concepto cuando el ingreso de una persona se encuentra por debajo del 60% de la mediana), un porcentaje ligeramente superior al de hace ocho años. Y solo un 4,4% admite tener carencias materiales severas. El INE explica que una persona podrá considerarse en esta categoría si vive en un hogar en el que concurren al menos cuatro de estas nueve carencias: no disponer de teléfono, de televisión, de lavadora, de coche, no poder salir de vacaciones al menos una semana al año, no poder permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días, no poder mantener la vivienda a la temperatura adecuada, tener retrasos en los pagos principales o no poder afrontar imprevistos.

La crisis trunca la mejora y condiciona las respuestas

Con este estudio no solo se puede intentar calibrar la calidad de vida de los residentes en España, sino que se puede ver su evolución en el tiempo. Y en este caso, la crisis es determinante.El aumento del paro condiciona la disminución relativa de la población con contrato temporal, que son las personas que suelen entrar más en situación de desempleo. Además, la satisfacción en el trabajo está claramente relacionada con el nivel de ingresos y ha ido mejorando levemente durante estos años, lo cual puede resultar lógico en situaciones de crisis en las que el simple hecho de tener trabajo se valora más. Otras de las novedades son los parámetros que se utilizan para medir la salud. De hecho, pregunta a los encuestados cómo considera su estado de salud, si éste limita o no su actividad diaria, si ha tenido necesidad de acudir a un médico o dentista y no ha podido pagarlo o si tiene factores de riesgo (entendiendo como tales al menos uno de estos cuatro: alcohol, tabaco, sobrepeso o sedentarismo). Las respuestas concluyen que la situación ha mejorado, siendo el colectivo más vulnerable el de las mujeres mayores de 65 años. Con estos indicadores ya citados, más los relativos a la seguridad, la confianza en las instituciones, el entorno y si se considera o no feliz (bienestar subjetivo),_la conclusión es que la calidad de vida ha mejorado globalmente en los últimos años, que en el caso de los hombres es mayor que para las mujeres y que los hogares donde mejor se vive son los que tienen uno o dos niños y están ubicados en municipios de tamaño medio. Por edades, los jóvenes son quienes se ven más felices.

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