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Exposición

Las joyas de Cartier dan brillo al Thyssen

El museo enseña 420 piezas de alta joyería de la 'maison' francesa, un recorrido por distintos estilos artísticos.

A oscuras. Así se presentan las más de 420 piezas de alta joyería que Cartier ha colocado en el Museo Thyssen-Bornemisza y que se expondrán hasta el próximo 17 de febrero. Perfectamente instaladas e iluminadas, en un espacio donde todas las miradas se centran en el brillo y la perfección de estas piezas de arte, que recorren diferentes estilos artísticos del siglo pasado.

El arte de Cartier, que ya ha visitado otras pinacotecas, como el Metropolitan Museum de Nueva York o el British Museum de Londres, supone el viaje más completo, en cuanto a número de piezas expuestas, desde los orígenes de la firma de joyería francesa hasta nuestros días.

La exposición refleja el espíritu y la evolución artística de la maison desde su fundación en París en 1847 con un estilo neoclásico, así como el dinamismo de los hermanos Cartier y su interés por el arte de las culturas lejanas o antiguas. Del estilo guirnalda al art déco de los años treinta, de la inspiración china al vistoso estilo tutti frutti, recogen más de 165 años de creatividad en esta retrospectiva. Desde 1984, la firma rastrea en los joyeros de acaudaladas familias y propietarios, con el fin de adquirir las piezas más antiguas. En la actualidad, provenientes de coleccionistas privados, de joyeros o de subastas, la colección Cartier aglutina más de 1.450 piezas que han sido seleccionadas, una a una, de acuerdo con unos criterios de estilo e inspiración, origen, materiales y maestría en su realización.

Un tesoro de piezas tan rico y variado que es testigo de cada fase de la evolución del diseño y las técnicas que Cartier ha utilizado a lo largo de su historia y, hoy en día, representa un patrimonio artístico y cultural excepcional.

Las piezas están ordenadas por áreas temáticas, siendo las dedicadas a personalidades y celebrities las que más expectación levantan. Allí se pueden observar los vistosos collares de serpientes y cocodrilos que llevaba la actriz mexicana María Félix, las piezas de Wallis Simpson, las delicadas joyas de Grace Kelly...

Pero también se muestra una amplia colección de tiaras con las que esta familia de joyeros deslumbró a las familias reales de comienzos del siglo XX. Hacia 1900 el estilo dominante, recuerda el director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana, de las artes decorativas era el art nouveau, que en el campo de la joyería representaba una ruptura con el oficio tradicional, ya que las piedras que habían reinado en la joyería tradicional, como los diamantes, cedían su protagonismo a los esmaltes, el marfil o las piedras semipreciosas como el ópalo. Este diseño pretendía dejar atrás los estilos del pasado europeo para buscar inspiración en la naturaleza o en las artes decorativas de Japón.

La pasión de Louis Cartier por las antigüedades egipcias fue fuente de ideas y de formas, ya que incorporó fragmentos del antiguo Egipto en las joyas y objetos decorativos. Lo mismo sucede en las piezas inspiradas en el arte del Extremo Oriente, China o Japón. India también ha sido fuente de inspiración. De hecho, la maison montó un puesto comercial en Delhi para comprar esmeraldas y hacer networking con los marajás, grandes clientes de la firma.

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