La empresa en la sangre
El presidente de Grifols ha sido el impulsor de la compañía en el extranjero y de su salida a Bolsa en 2006
No hay mucha gente que entienda de los productos que comercializa Grifols, que desde que salió a Bolsa se ha convertido en la primera firma española del sector de la salud -con una capitalización bursátil cercana a los 5.000 millones de euros- gracias a sus hemoderivados. Pero si alguien conoce bien lo que fabrica la compañía, ese es Víctor Grifols Roura, su presidente y consejero delegado, porque como tercera generación de los fundadores lleva la empresa en la sangre.
José Antonio Grifols, el abuelo del actual presidente, fundó los laboratorios en 1940, en la dura posguerra española, para el análisis y la práctica de transfusiones de sangre, Sus dos hijos se incorporaron tres años después a la compañía y desde el primer momento comenzaron a investigar para lanzar nuevos productos. Con el tiempo llegó el desarrollo de la transfusión y la utilización del plasma.
Víctor Grifols Roura (Barcelona, 1950) estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y se incorporó a la compañía en 1973, siendo el presidente su padre, Víctor Grifols Lucas. Continuaba así la saga, algo no muy habitual para la tercera generación de una empresa familiar. Su misión: convertir el negocio en internacional, clave para asegurar el crecimiento, siguiendo el camino abierto por su padre.
En 1988 abrió la primera filial internacional en Portugal, inaugurando el progresivo proceso de implantación de la empresa en otros mercados, cuyo primer objetivo fue Latinoamérica, si bien la entrada en EE UU siempre fue su propósito a largo plazo.
Contribuyó a esta expansión la obtención de la licencia de la Food & Drug Administration (FDA) estadounidense en 1995, para la planta de producción de Parets del Vallés en Barcelona. Miami fue la puerta de entrada, con Centroamérica y Caribe como principales áreas de influencia, a las que siguieron Argentina y Chile. Después llegaría la República Checa y México. A partir de 1997 comenzó la expansión en Europa vía adquisiciones. La compra de las filiales de Alpha Therapeutic Corporation en Reino Unido, Alemania e Italia permitió una rápida penetración en estos mercados y generó la confianza suficiente para dar el salto definitivo a EE UU, referente mundial del sector de los hemoderivados.
En los años 2002 y 2003, dos adquisiciones asentaron las bases de la cotizada en ese país: la compra de SeraCare, que aseguraba el suministro de materia prima mediante la ampliación del número de centros para la obtención de plasma en propiedad, y la de gran parte de los activos de Alpha Therapeutic Corporation, incluyendo sus instalaciones productivas para el fraccionamiento de plasma y purificación de proteínas en Los Ángeles.
Y finalmente llegaría la compra de su rival norteamericana Talecris, en 2011, por 3.300 millones de euros, lo que la ha convertido en una de las tres grandes del mundo en el sector y la principal en Europa. Para conseguir esta meta, fue clave el salto al parqué en 2006 para conseguir financiación.
A pesar de las fusiones y la entrada de accionistas en el mercado, las distintas ramas familiares descendientes del abuelo fundador siguen en posesión de más de un 20% de la firma, un paquete suficiente para mantener el control de la compañía.