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Entorno. Tendencias

Las químicas aspiran a reducir el uso de petróleo un 30%

Esta industria busca materias primas orgánicas alternativas al crudo

Unos 60 millones de compuestos químicos pueblan la vida diaria en el mundo moderno. "Ahora, en este rato de conversación se deben estar creando hasta cien nuevas sustancias", explica Carlos Negro, presidente de la Asociación Nacional de Químicos de España (Anque), la principal patronal de esta industria, un sector que integran más de 3.000 compañías y que supone nada menos que el 11% del PIB y 500.000 empleos.

Ese ritmo frenético de nuevos compuestos se topó hace algunos años con la legislación medioambiental europea, y después nacional. Al creciente control de qué sustancias llegan al mercado en la alimentación, la ropa que nos ponemos, los vehículos que conducimos o el agua que bebemos se suma el propio interés de la industria química por no quedarse atrás en la tendencia verde que poco a poco toma forma en todos los sectores de actividad. "La química será sostenible o no será", concluye Negro a pocos días de la celebración del Congreso Internacional de Química, que tendrá lugar a finales de este mes en Sevilla. En ese cónclave de empresas y científicos del mundo de la materia se abordará, entre otros aspectos, cómo consolidará la química su subida al tren verde.

Primero, de dentro hacia fuera, reduciendo el uso del petróleo en los procesos que se ponen en marcha para la fabricación de casi cualquier producto de la vida cotidiana. El sector en Europa aspira a sustituir hasta un 30% el crudo por materias primas bio en la fabricación de detergentes, cosméticos, plásticos, pesticidas, y así hasta un sinfín de usos, en 2020. Ahora, poco más del 0% de los productos que consumimos lleva compuestos de origen orgánico.

Residuos forestales, animales y vegetales pueden reemplazar progresivamente a los materiales sintéticos a base de petróleo. Ya existen en el mercado bolsas fabricadas con restos de patata, son los bioplásticos. También se está ensayando el uso de combustibles de origen orgánico en los aviones comerciales y en la automoción, y tensoactivos (la base que quita la grasa a la ropa) naturales para detergentes.

Esta industria, que invierte el 25% de sus ingresos en innovación, una de las ratios más elevadas de todos los sectores de actividad, quiere contribuir al crecimiento de la economía verde en ámbitos tan dispares como el agua, de cuya potabilización ya se encarga; la agricultura, o la eficiencia energética.

La naciente industria verde no podría avanzar sin la química, que está detrás, por ejemplo, de nuevos materiales para la fabricación de paneles solares fotovoltaicos. La amenaza de los residuos sólidos urbanos, la futura lacra mundial, como ya ha reconocido el Banco Mundial, podría mermarse si se lograra transformarlos en nuevas materias primas.

En otros casos, el sector ya se está ocupando de aportar ideas para lograr nuevos métodos de extracción de metales preciosos como el platino que se usa en la fabricación de teléfonos móviles. "Así se evitaría exportarlos", según María Eugenia Antas, directora de innovación de la Federación Empresarial de la Industria Química Española, en referencia al viaje de miles de móviles desechados hacia países emergentes para su tratamiento.

La prioridad, el agua potable

El agua va y viene en España. De su escasez los científicos en esta área han hecho una virtud, y la investigación sobre el líquido elemento en España se ha convertido en una referencia mundial. La multinacional química Dow Chemical eligió en 2008 a Tarragona como plaza para abrir su centro mundial de I+D en tratamiento de agua, donde trabajan 25 científicos dedicados a encontrar nuevas tecnologías y materiales para las plantas desalinizadoras que pueblan parte de la costa española. Israel, donde el agua también escasea, utiliza la tecnología de Dow Chemical para abastecer el 15% de la demanda de este país.

La cifra

0,2% es el índice de materia prima orgánica que se emplea en la fabricación de productos de gran consumo.

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