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Tribuna
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Bajada a los infiernos

De nada servirá la bajada a los infiernos si no somos capaces de purgar todo lo que nos ha llevado al mismo. Una catarsis social, económica, política, axiológica. Esta vez todo debe cambiar para que definitivamente cambie. No más engaños, no más principios ni príncipes de Salina y su Lampedusa. España ha llegado al borde mismo de un precipicio donde espera el abismo. El infierno real, no el de Dante Alighieri. Demasiados Carontes nos han llevado a una situación crítica, grave y extrema. Más allá de chivos expiatorios, de cortinas de humo, de falta absoluta y vergonzosa de explicaciones, la realidad evidencia una total falta de credibilidad en nuestro país, en nuestras instituciones, en nuestros Gobiernos y políticos y en nuestras empresas, sean del sector financiero, sean de lo que sean.

Un país que pronto alcanzará los seis millones de desempleados, que tiene nueve millones de pensionistas y casi tres de funcionarios, con las arcas tan exhaustas como vacías, con un endeudamiento que no hace sino crecer y pagar intereses desorbitados, con un déficit que no se mitiga, con recortes que desmantelan un abultado y exagerado Estado de bienestar mal gestionado desde siempre, con unos ingresos que no hacen sino caer casi tan rápido como lo hace el crecimiento de la presión fiscal, con una recesión que nos envuelve y arrastra a una elipsis de la que por el momento no somos capaces de salir y con un Gobierno que gestiona según las circunstancias cambiantes de un día para otro, afligido por una prima de riesgo que amenaza como puntilla sobre nuestras cabezas y una intervención ya de verdad y de iure en toda regla y no de facto como hasta ahora, y condicionado por una cada vez más pasmosa falta de explicación y coherencia de cada decisión, de cada paso, el presente es agrio y el futuro inmediato, tremendo.

El precio que estamos expiando por los pecados de la soberbia, el egoísmo, la vanidad, la arrogancia y el descaro de las dos últimas décadas es y será tremendo. Pero eso sí, sin responsables de todo este entramado de mentiras y mezquindades. No hay organismo, ente ni institución que no haya erosionado totalmente su legitimidad en estos últimos años y meses. El deterioro de la imagen nos lastra, nos arrastra a un pozo, a una ciénaga de la que ya no somos capaces de salir solos. La presión a la que se ve sometido ahora mismo nuestro país exige más que nunca altura de miras y saber estar a la altura de lo debido y de las circunstancias. No puede haber ni trinchera política ni partidista, ni tampoco fractura y división.

El descrédito que ha sufrido el Banco de España, erosionada su imagen y prestigio, injustamente la de muchos de sus técnicos e inspectores, a quienes desde hace mucho no se les escucha o atienden sus observaciones y ya lo hicieron con Caruana y ahora con Ordóñez y alertaron de los peligros de la burbuja y la economía, es el último aldabonazo que rubrica y certifica el grado de gravedad y estado de excepción, sí, excepción, que vive en estos momentos el sistema financiero español. O reacciona y el Gobierno endereza como debe de una vez por todas el rumbo, incluso dejando caer a quien tenga que caer, sea el primero o el último de los entes, o el derrumbe es y será total.

Se ha demonizado al gobernador del Banco de España y se ha hecho incluso atacando a la institución y poniéndola en cuestión, máxime cuando la supervisión y auditorías que ahora se encargan precipitadamente a dos firmas extranjeras las podían hacer sus inspectores, y como todos quienes copan puestos de responsabilidad, tenemos luces y sombras. No toda la gestión habrá sido tan nefasta como ahora se dice ni tan buena como antes ensalzaba la oposición que hoy gobierna y que cada crítica o discurso del gobernador era aplaudida, jaleada y elevada a los altares de una falsa retórica política. Pero lo que sí sorprende es que no se quiera, permita y exija incluso que el gobernador dimisionario explique y dé su parecer de todo lo que ha sucedido, no ahora, sino en los últimos tres años. ¿Por qué nadie quiere, nadie realmente, que el gobernador explique causas, circunstancias, imposiciones y exigencias de quien sea?, ¿quiénes componían los órganos de gobierno de las cajas y los entes y quiénes los han designado desde todas las instituciones del Estado, todas? Es el precio de la política que carcome y erosiona cuando la capacidad y la técnica, la competencia y la profesionalidad se subyugan a criterios partidistas.

Hoy España está en el centro de la atención, los focos están sobre nosotros, en la escena, no en el entreacto, y no caben errores, ni márgenes de fracaso. Dejemos ya de instalarnos en la ceremonia de la confusión, el silencio sepulcral a explicaciones coherentes y creíbles y actuemos. La prima de riesgo ha llegado en los últimos tiempos a cotas que para otros países fueron de no retorno. ¿Cuánto tiempo tardaremos los españoles en vislumbrar que ya hemos bajado al infierno?

Abel Veiga Copo. Profesor de derecho mercantil de icade

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