Grecia quiere convencer a Europa de que aún merece un sitio en el euro
El Eurogrupo aplazó ayer una reunión con el Gobierno griego tras aseverar que no cumple los requisitos necesarios para recibir el segundo rescate. Las negociaciones continúan hoy vía teleconferencia. Atenas necesita 14.500 millones de euros ante del 20 de marzo. Si no llegan, Grecia quebrará.
Grecia camina por "el filo de la navaja". Son palabras del ministro de Finanzas heleno, Georgos Venizelos antes de la reunión, a través de una teleconferencia (17:00 hora española), con los ministros de Economía de la eurozona. El encuentro estaba programado como una reunión formal en Bruselas, pero el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, decidió aplazarla tras considerar que Atenas aún no cumple todos los requisitos exigidos para recibir el rescate.
Están en juego nada menos que los 130.000 millones del segundo paquete de rescate. A cambio, Europa y El Fondo Monetario Internacional exigen un mayor rigor en los planes de recortes y reformas. En concreto, por valor de 3.625 millones, sólo este año.
La ayuda exterior es vital para Grecia, que necesita, al menos, 14.500 millones de euros ante del 20 de marzo, fecha límite de los primeros vencimientos de deuda. Si el dinero no llega, Atenas quebrará
El problema es que tanto los acreedores privados como la troika (Europa y el FMI) están cerca de agotar su paciencia con las promesas griegas dos años después del primer rescate. "No hemos puesto una fecha límite, pero Atenas tiene que cumplir sus obligaciones financieras. Se nos está acabando el tiempo", ha dicho hoy el portavoz de la oficina económica de la Comisión Europa, Amadeu Altafj.
Grecia ha perdido gran parte de su credibilidad al incumplir los objetivos de déficit, ajustes del gasto público y venta de activos comprometidos a cambio de los 110.000 millones del primer rescate, en mayo de 2010. La bancarrota y consiguiente salida de Grecia del euro ha perdido hace meses la condición de tabú.
"Si no cumplen con sus obligaciones se estarán autoexcluyendo de la zona euro y el impacto de su salida es ahora menor que hace dos años", sentenció esta semana el ministro de Economía luxemburgués desde Washington. "El dilema es trágico. Hay muchos que ya no nos quieren en Europa, tenemos que convencerlos de que nos merecemos permanecer dentro", ha dicho hoy Venizelos.
Los dirigentes europeos se afanan en negar tal posibilidad, pero la penúltima vuelta de tuerca en el torniquete griego es esclarecedora. El pasado lunes, mientras una docena de edificios ardían en llamas (entre ellos dos cines y varias sedes bancarias), el parlamento heleno aprobaba las medidas de ajuste exigidas por la troika (3.300 millones de euros). Los ministros europeos temieron una nueva treta del Estado griego al estilo de toma el dinero y corre. Por eso, exigieron un ajuste adicional de 325 millones especificando las partidas concretas donde entrará la tijera y el pacto de que el Gobierno que resulte de los comicios en abril no dará marcha atrás en este pacto.
Las cartas griegas
Se espera que hoy el líder del partido conservador Nueva Democracia (ND), Antonis Samarás, integrante de la coalición de Gobierno del tecnócrata Lukás Papadimos, firme una carta en la que garantiza su compromiso a implementar, más allá de las próximas elecciones legislativas, las medidas de austeridad aprobadas el lunes por el Parlamento heleno.
Yorgos Papandréu, el líder del otro gran partido tradicional del país, el socialista Pasok, firmó anoche su misiva, dirigida a la "troika", según ha declarado a Efe una fuente gubernamental.
La falta de esas cartas exigidas por los acreedores externos de Grecia fue una de las razones por las que se desconvocó ayer la reunión de los ministros de Finanzas del Eurogrupo que estaba prevista para hoy en Bruselas.