Juanjo Oliva, a unos días de la pasarela
El diseñador, en el sprint final antes de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, describe su empresa como "una casa honesta".
A escasos días antes de presentar su colección en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (hasta la anterior edición conocida como Pasarela Cibeles), el estudio de Juanjo Oliva (Madrid, 1971) parece en relativa calma. Hay tiempo para charlar con el diseñador frente a las prendas colgadas del showroom.
Solo algunos detalles muestran que tras las puertas algo se mueve y no puede parar. Un ayudante interrumpe un par de veces la conversación para consultarle algunos detalles que en el taller de costura no tienen claros sobre la colección que hay que presentar en una semana. Dadas las instrucciones, Oliva vuelve a la conversación.
Hace año y medio que su estudio ocupa la primera planta de un edificio del arquitecto Iñaki Ábalos en Madrid. La construcción es nueva y combina el minimalismo de hormigón y cristal en la tranquila y pequeña calle Orfila, escondida tras la muy transitada Génova. "Nos encantaba la zona y elegimos esta calle por su personalidad, porque tiene las galerías más importantes de Madrid", cuenta, como la Marlborough.
Habla en plural porque su oficina también es su casa, donde vive con su pareja. La parte que da a las grandes cristaleras de la calle es su taller. La parte de atrás, con mucha luz ya que termina en una amplia terraza con jardín, es su vivienda. Pero él trabaja por todos lados. "A favor de compartir oficina y casa, que no pierdo tiempo en traslados. En contra, que puedo pasarme días y días trabajando sin salir de aquí", explica.
Su trabajo comienza en un pequeño despacho de su vivienda, donde dibuja. Un espacio que ni siquiera tiene vestido, ya que de momento utiliza la mesa de jardín. Encima del escritorio hay plumas, muchas de ellas regaladas, lápices y rotuladores Montblanc y cuadernos. Sin colgar, una foto suya, hecha y regalada por la también diseñadora Ana Locking, en la que aparece feliz en el kissing room, el lugar donde recibió las felicitaciones el pasado año tras el desfile en Cibeles.
El estudio cuenta también con un taller donde se realizan los prototipos, un probador, unas mesas para la parte de gestión y un showroom o tienda donde cuelgan las prendas a la venta para las clientas.
En el pasillo que une su vida personal y profesional descansan rollos de telas y en la pared están sujetas las fotos de la colección que presenta el miércoles. En ellas aparece la modelo Nieves Álvarez con las distintas prendas. Al mirarlas se tiene la sensación de estar haciendo espionaje industrial. Para esta edición, Oliva presentará alguna sorpresa. "He desarrollado y adaptado prendas clásicas como las trencas, por ejemplo. He querido dar más profundidad al armario de la mujer, ya que nuestra especialidad, en un 80%, son los vestidos".
Los días anteriores a la pasarela los ocupa organizando "la presencia social en el desfile" y "ultimando detalles". "La colección no está cerrada del todo hasta 20 minutos antes" de que empieza el show, reconoce.
Parece que Madrid, donde recibió el premio al mejor diseñador joven en 2005, se le queda pequeño. Está preparando el salto a la pasarela de Nueva York o París... todavía no sabe cuál. "Tal vez la ciudad que más vaya conmigo, para trabajar allí, sea Nueva York. Pero París es París, el referente de la moda". Actualmente ha encargado el plan de negocio para conseguir la inversión necesaria y desfilar fuera. El objetivo es acercarse algo al concepto de prêt-à-porter para llegar a los mercados internacionales. "Yo hago costura y no puedo ir siguiendo a las clientas por todo el mundo".
Define su estilo como "la sencillez", de diseño "sofisticado y elegante, ya que bebo de la costura clásica". Y es que cree que se ha perdido el lujo de visitar el taller de costura "como placer, con un trato muy detallista con la clienta", que él intenta recuperar. "Nuestra singularidad es el trato especial, el cuidado del detalle". Como sus principios destaca la "constancia y la seriedad", además de mimar todos los detalles. "Somos una casa honesta. No hay ficción como en otras marcas, porque la moda en muchos casos vive de la frivolidad, con objetos que se llevan al mercado que no valen lo que cuestan".
El gusto por conservar a los buenos artesanos
Una vez que el prototipo está realizado en su atelier, las prendas se fabrican en pequeños talleres. Ya cuenta con una red de artesanos de marroquinería, orfebrería y de modistas. "Queremos conservar esas técnicas, aunque el oficio está desapareciendo", asegura. Actualmente vende en su propia tienda, en Buyvip, en El Corte Inglés, en algunos establecimientos multimarca y en seis tiendas en Kuwait. Por eso piensa que con el salto a Nueva York o París puede abrir el hasta ahora reducido mercado internacional.Se queja de los grandes grupos textiles, "que se pasan por el forro la propiedad intelectual y en una semana copian las colecciones de los diseñadores y las llevan a sus tiendas". Mientras se lamenta no para de dibujar, garabateando vestidos en figuras angulosas de mujer. "Todo esto afecta cada día al David frente al Goliat"También es bastante crítico con los inversores españoles. "Que no haya marcas de lujo en España se debe sobre todo a la falta de financiación. No se ve la moda como un negocio, como sí lo hace LVMH en Francia, donde las empresas apoyan a sus diseñadores". Piensa, por tanto, que la falta de capital impide el desarrollo, no cree que sea por falta de talento. "La marca España está muy bien valorada fuera, por su creatividad". El jueves propondrá su visión de la moda en una pasarela renovada que, gracias al nuevo patrocinio, Oliva apunta que tendrá más peso en el circuito internacional.