Pero, ¿qué pasa con la recesión?
Las casas de análisis afilan sus apuestas y la previsión es cada vez más mayoritaria: Europa va directa a la recesión. Y lo hace en la semana clave de su refundación. ¿En qué lugar de la agenda queda el crecimiento para los líderes europeos?
Las agencias de calificación pueden ser inoportunas, inexactas, remar a favor del ciclo, ser incapaces de prever lo peor... Pero también (a veces) aciertan a poner el dedo en la llaga, a destacar lo que más duele. Eso ha hecho esta semana Standard & Poor's. Al margen de la controversia por su entrada de lleno en el terreno político con la amenaza de bajar la solvencia de la eurozona en pleno si la cumbre europea no toma las decisiones que la agencia considera adecuadas, lo que queda claro es que para S&P hay dos culpables de su decisión: la incapacidad de los líderes europeos y la llegada de una nueva recesión.
Es más, la agencia responsabiliza directamente a esos líderes incapaces de provocar en parte el debilitamiento de las condiciones macroeconómicas. ¿Por qué? Por la desconfianza de los agentes económicos en la capacidad (otra vez) de Europa de dar una respuesta a la crisis.
La recaída cobra fuerza
De ahí que S&P haya empeorado por enésima vez sus previsiones para la eurozona y que ahora anticipe una recesión (eso sí, suave) para la primera parte del año que viene. Aunque también tiene otro escenario más negativo todavía, con una contracción en toda regla que deje por debajo de la línea del cero el crecimiento previsto para el conjunto de 2012. Las probabilidades de que este último escenario se concrete son del 40%.
En este caso, S&P no es la mala de la película; solo es una más. Las instituciones que se han apuntado en las últimas semanas al carro de una próxima recesión aumentan por momentos. La OCDE alertó hace unos días del camino directo a este destino que estaba emprendiendo Europa y Goldman Sachs se ha sumado esta misma semana.
"Los indicadores macroeconómicos adelantados que han salido en los últimos días están a niveles de 2008 y dan señales claras de recesión no solo en determinados países con problemas de Europa, sino incluso en Alemania", destaca Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio.
La hora de Europa, ¿o no?
En medio de este escenario, Europa vive una semana clave para su futuro, con una reunión decisiva del Banco Central Europeo (BCE) y una todavía más vital cumbre en solo 48 horas. La duda está en si serán capaces de enfrentarse a los problemas económicos y poner coto al debilitamiento.
Los expertos consultados creen que será el BCE el encargado de lidiar con esta situación, al menos a corto plazo. La receta de libro para combatir una recesión es bajar tipos y eso se espera que haga en la reunión de este jueves. También avanzará medidas de liquidez a la banca, incluso a plazos mayores de un año según algunos economistas, lo que contribuirá a calmar el sistema financiero. Luego queda el turno de la cumbre europea, de la respuesta de los líderes. Pero por lo visto en el acuerdo entre Alemania y Francia del lunes, poca referencia hay a los problemas económicos.
El discurso de quienes lideran Europa en estos momentos (Alemania, realmente) no ha cambiado un ápice: disciplina fiscal, reformas y austeridad. Y este camino es el responsable para muchos expertos de la recaída actual en la recesión.
¿Un efecto atenuante?
Pero también hay voces que apuntan que las medidas del BCE, las decisiones sobre el fondo de rescate y la entrada en juego del FMI para financiar a los Estados se encargarán de calmar los ánimos a corto plazo y paliar la crisis de la deuda. Eso dará tiempo para que entre en juego el efecto de la reforma de los tratados de la UE (a imagen y semejanza de lo que pide Alemania) lo que sembrará un ambiente de confianza que podría diluir o, al menos, atenuar la recesión.
"Habrá que ver si la recesión se hace realidad. Hay mucho juego e intencionalidad con las previsiones macroeconómicas. En estos momentos la confianza empresarial alemana está en máximos, así que es posible que Europa entre en recesión, pero será porque China, India o los emergentes se están frenando", asegura Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Parte de la incógnita podría resolverse cuando se concrete en la reforma en qué momento hay que volver al déficit cero. "Si se acerca a 2016 o 2017, es un ajuste duro, pero no brutal", añade Oliver. Más cerca, sería peor y perjudicaría más a las economías. En cualquier caso, esta cifra dará una idea de qué tienen en mente Alemania y Francia y cuánto interés real tienen en el crecimiento.
Con las manos (y los presupuestos) atadas
Porque pocas opciones de políticas expansivas pueden venir de una Europa con una media de endeudamiento del 80% si encima se debe a una disciplina fiscal inflexible. Quedan los fondos de cohesión, pero su alcance no deja de ser limitado. Otra vez, ahí está la alerta de S&P para quien quiera oírla: "Unas reformas basadas solo en la austeridad fiscal pueden ser contraproducentes, por el efecto en la demanda interna de una ciudadanía preocupada por sus puestos de trabajo e ingresos".
Que esta es una crisis política, hay pocos expertos que lo duden. Que se podrá salir adelante porque Alemania sabe lo que se juega con una ruptura del euro, tiene menos consenso, pero también se da por probable. Ahora queda saber cuál será el coste para los ciudadanos. Puede que los primeros avances del pacto franco-alemán para Europa no dejen nítido el camino económico, pero de lo que se escriba en la letra pequeña dependerá mucho. En todo caso, en lo que hay un amplio grado de acuerdo es en que Europa ha perdido un año por el camino y que la recuperación no llegará hasta el verano del año que viene. Y ese es uno de los escenarios más optimistas.