_
_
_
_

¿La última patada a seguir de MAFO?

Otros 1.000 millones de euros de las arcas del contribuyente irán destinados, en estos años de ajustes en servicios básicos y congelación de pensiones, a salvar una entidad financiera cuyos accionistas ni se preocuparon de tener la casa en orden ni piensar reflotar el banco. Banco de Valencia no es una entidad sistémica, pero es la séptima entidad nacionalizada desde que empezó la crisis. Al parecer, también es demasiado grande para caer.

Me preguntaba ayer Eduardo G. Ercoreca (@Ercoreca5Dias) por qué me parecía distinta la intervención de Banco de Valencia de la de una caja. En la vorágine de actualidad del día no le pude contestar. La diferencia más evidente es que una caja no puede (o no podía, hasta este año) acudir al mercado a captar capital. Cuando una caja tiene que cubrir un agujero no puede hacer que sus propietarios, o posibles inversores, se rasquen el bolsillo. Los bancos, además de eso, pueden elegir entre repartir dividendo no retener beneficios (Banco de Valencia lo hizo hasta enero de 2010). Y, sobre todo, los bancos tienen propietarios que se juegan su dinero y deberían velar por sus propios intereses.

Las razones de BFA, matriz de Bankia presidida por Rodrigo Rato y propietaria del 27% de Banco de Valencia, son evidentes: se quita de encima una participación extremadamente problemática, también se quita de encima a Olivas y, de paso, aumentará el peso específico de Caja Madrid en Bankia. Todo esto, a costa de 1.000 millones del contribuyente. BFA, como explican mis compañeros Nuria Salobral y Miguel M. Mendieta hoy, prefiere perder 300 millones que recapitalizar Banco de Valencia, y similar decisión habrán tomado los demás accionistas. Que Bankia se desvincule hoy de BFA, eso sí, no fue óbice para que se nombrase un nuevo consejero delegado procedente de Bankia.

Todo eso es muy sensato. Pero, ¿de verdad nadie sabía cómo estaba Banco de Valencia? Aquí hay un aspecto muy interesante. Banco de Valencia no pasó por las pruebas de solvencia del Banco de España en marzo ni por los test de estrés de la autoridad bancaria europea en junio. La razón es que se trataba de una entidad integrada en BFA. Pero, cuando se descubre el pastel de Banco de Valencia, BFA y Banco de Valencia son entidades independientes.

Después, en julio, Bankia sale a Bolsa. Y Banco de Valencia sigue integrado en BFA. Toca sacar a Bolsa Bankia al precio que sea, visto que NovaCaixaGalicia, Unnim y Catalunya Caixa tendrán difícil entcontrar inversores. Además, como Banco de Valencia es filial de BFA, no de Bankia, teóricamente no pinta nada en la operación. Pero, mientras, la acción de Banco de Valencia baja el 60% entre enero y julio (la de Pastor, por contra, "solo" el 29%). El 1 de agosto se presentan los resultados, que aunque no incluyen déficit de capital, dibujan una situación harto complicada (ver página 18). Pero no pasa nada. El 7 de octubre se releva al consejero delegado. Y ya en noviembre aparecen las primeras informaciones sobre el déficit de capital, que el banco resuelve con una nota en la que sugiere una ampliación de capital de 60 millones. El Banco de España mantiene la boca cerrada y prefiere no intervenir hasta pasadas las elecciones.

Es de suponer que el supervisor conocía la situación de Banco de Valencia aunque no le obligase a pasar por los test de solvencia (la alternativa sería aún más preocupante). Y es de suponer que BFA también. Con lo que, o bien BFA le ha hecho una jugada al Banco de España, asumiendo primero que Banco de Valencia está cubierto por la matriz para, después, dejarlo caer, o bien el Banco de España ha permitido deteriorarse la situación para no poner en peligro la colocación de Bankia. O una mezcla de las dos opciones.

En todo caso, lo único cierto es que Banco de Valencia ha sido un verso suelto en el sistema financiero español y que han tenido que pasar unas elecciones para que se descubra un agujero de capital proporcionalmente muy superior a los demás hallados en España. Todo el mundo tenía motivos para haber prorrogado lo inevitable hasta ayer. Pero ha sido un error. La lectura, para un inversor extranjero, es que aquí tapamos los agujeros hasta que no se pueden ocultar, y que al final acaba pagando el sector público. Que el saneamiento es solo de cara a la galería. Y eso no ayuda, ni a la prima de riesgo ni al acceso a financiación de los bancos relativamente sanos.

La patada a seguir no es buena política. Y practicar una cosa mientras se dice otra tampoco. Intervenir la CAM y Banco de Valencia después de presentar, en marzo, un plan para sanear el sistema y, en julio, someter a test de estrés al 100% del sector es perder credibilidad y dinero.

Música contra la crisis: Rave on, Buddy Holly, 1958 (sin vídeo, claro)

Sígueme (si quieres) en Twitter:

@Nuno_Rodrigo5 o, si no tienes cuenta, www.twitter.com/nuno_rodrigo5

Archivado En

_
_