La temida quita de la deuda española se quedaría en 3.000 millones
Desde que saltó la libre de la segunda ola de recapitalización de la banca europea, el foco de atención se ha colocado el descuento que fijará la Autoridad Bancaria Europea (EBA) para la deuda soberana considerada sospechosa. España pugna para que la cifra se acerque lo más posible al precio de mercado y la ministra Elena Salgado estima que será del 2%.
La banca española, capitaneada por Emilio Botín, protagonizó un conato de rebelión la semana pasada. No le gustaron los rumores sobre los porcentajes de descuento que se barajaba para la deuda española, ni los futuros planes regulatorios que está incubando la UE. Elena Salgado parece haber recogido el guante y después de finalizado el tercer round de encuentros en Bruselas, los mensajes de los banqueros españoles pueden haber logrado su objetivo: reducir su carga de deuda soberana.
Tras el probado fiasco de los exámenes a la banca de este verano, la EBA se ha propuesto endurecer los requisitos de las nuevas pruebas. Los resultados determinarán el monto de capital que necesita el sector financiero para resistir el insoportable peso de la quiebra de Grecia, el temido virus del contagio y tratar de cerrar así la espinosa crisis de deuda. En el mapa de la revalida de los nuevos test ya se han despejado dos de las tres incógnitas. El capital core Tier 1 (que mide la solvencia) que se exigirá a las entidades será del 9%; Las entidades a exámenes serán las denominadas sistémicas, las demasiado grandes para caer, aquellas cuyo derrumbe pondría tumbar a todo un país, y por extensión, a Europa. Así pues, solo falta por saber cual será la depreciación que se aplicará a las carteras de deuda periférica, la gran cuenta pendiente de la EBA, tras obviar en las pruebas de julio un escenario real de estrés para los títulos soberanos
Las primeras estimaciones sembraron el terror entre banqueros y políticos españoles. Se hablaba de hasta de un 20% para la española e italiana, 40% en la irlandesa y lusa, y 60% en la griega. Un exigencia tal para el riesgo soberano español hubiese supuesto una agujero para la banca sistémica (Santander, BBVA, Caixabank, Bankia y Popular) de más de 30.000 millones de euros. Tras tres días de reuniones maratonianas en Bruselas, la ministra Elena Salgado anunció el domingo que el descuento para la deuda española será del 2%. Aun no es definitivo, pero de ser así, las pérdidas para los cinco sistémicos apenas superarían los 3.000 millones de euros.
BBVA sería la más afectada al contar con la mayor cantidad de papel soberano en sus balances. Son 53.450 millones de euros, fundamentalmente en bonos a corto y medio plazo, que sufrirían una mengua de 1.000 millones. Santander es el siguiente, con 41.800 millones de deuda en su cartera. En su caso, se trata en su mayoría de títulos con vencimientos por encima de los tres años, que tras aplicarle la quita del 2% perderían unos 830 millones.
Otra de las novedades de las nuevas pruebas parece que será la incluisión de los bonos convertibles en el cómputo de recursos propios de máxima categoría. De confirmarse, sería una victoria de la delegación encabezada por Elena Salgado en Bruselas, ya que beneficiarían sustancialmente a las entidades españolas. Los bonos convertibles ya penalizaron a la banca española en los test de estrés, en especial a Popular, que quedó con un aprobado raspado del 5,3% a causa de una emisión que no pudo incluir como core Tier 1. La entidad presidida por Ángel Ron ha aumentado su exposición al riesgo soberano tras la compra este mismo mes de Banco Pastor. La factura en deuda española acumulada por ambas entidades es de 11.000 millones de euros, que sufrían una quita de 220 millones.
Bankia y Caixabank, los brazos bancarios de las dos antiguas cajas de ahorros, también sufrirán el ajuste de la deuda. La entidad madrileña perdería algo más de 500 millones euros, y el banco catalán vería evaporados 680. Si la formula final conjuga una quita moderada con la aceptación de las provisiones de genéricas como capital de alto nivel, la banca podrá respirar aliviada. En principio no habría necesidad de abordar soluciones excepcionales para satisfacer las nuevos barómetros de solvencia, es decir, un enésimo bocado al bolsillo del contribuyente, español o europeo.