Con lo que trabajo qué poco me paga mi empresa
A día de hoy ser empresario en España está muy mal visto. Esta es ahora la queja de la cúpula empresarial española que se reunió esta semana en el lujoso hotel madrileño Wellington para presentar un nuevo libro editado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) en el que se lamentan por la falta de reconocimiento de la sociedad española hacia la figura del empresario. En este encuentro se dieron cita los principales dirigentes empresariales, con el presidente de CEOE, Juan Rosell, a la cabeza, que presentó el acto junto al nuevo presidente del IEE, José Luis Feito, y el nuevo director general de esta organización, Joaquín Trigo.
Este último hizo una encendida defensa de la figura del empresario y explicó que, para deshacerse de la animadversión hacia la clase empresarial, los trabajadores españoles deberían saber que además de su sueldo, su empleador paga a la caja pública una cantidad nada desdeñable por ellos. Para Trigo es muy común escuchar a los trabajadores la cantinela de "con lo que trabajo qué poco me paga mi empresa" y al empresario, "con todo lo que me cuesta este empleado, podría trabajar un poquito más". Por ello, consideró que el empleador debería dar a conocer a sus trabajadores cual es su coste total.
Así, puso como ejemplo que una trabajadora de un puesto administrativo que cobre 16.000 euros brutos anuales y se lleve a casa 13.224 euros limpios le cuesta al empresario un total de 20.944 euros tras el pago de cotizaciones sociales y otros beneficios no dinerarios. Es lo que los empresarios llaman "brecha fiscal" y que en este caso ascendería a 7.720 euros (el 36% de la retribución bruta que el empresario sí desembolsa pero el trabajador no recibe en el banco).
Ante esta circunstancia, Trigo opinó que las nóminas de los trabajadores deberían especificar cual es esta cantidad contante y sonante del coste total de cada trabajador. Se trataría de hacer algo similar a lo que está empezando a hacerse con las facturas sanitarias en algunos hospitales españoles, donde cuando el ciudadano se somete a una intervención, consulta o prueba médica recibe una factura ficticia de lo que le cuesta al Estado la atención que acaba de recibir. "Hay muy poco conocimiento del coste que tiene estar empleado en una empresa y eso es fácil de solucionar porque se trata de las entidades más transparentes de todas; más que los clubes de fútbol o el propio Estado porque tienen sus cuentas en el registro al alcance de cualquier funcionario que quiera husmear en ellas", sentenció Trigo.