La presión del mercado a las cajas

El Gobierno ha establecido un calendario de obligado cumplimiento para que todas las instituciones financieras alcancen determinados niveles de capital en un ejercicio de firmeza y transparencia lanzado a los mercados a principios de año. Los plazos establecidos parecían entonces suficientemente generosos como para hacer frente a las necesidades de cada cual, ya buscasen capital cotizando en Bolsa, ya lo hiciesen fuera de los circuitos de las cotizadas, ya echando mano del dinero público. Aunque dada la complejidad jurídica de las operaciones societarias las fechas marcadas pueden devenir en estrechas para algunas entidades, el calendario se ha dilatado lo suficiente como para que todas dispongan de margen.

No obstante, las circunstancias del mercado, en las que el regulador no puede hacer otra cosa que previsiones, han colocado un obstáculo complicado precisamente cuando la mayor de las corporaciones que buscaba capital en Bolsa pretendía dar su salto. Por la trascendencia que tienen las primeras salidas al parqué, debería respetarse el calendario, aunque su premura pueda presionar a la baja en el precio. Un fracaso en ellas sería más costoso que el menoscabo que genere en su valoración una salida ahora, pese a que la financiación de proyectos en España exija una prima de riesgo elevada.